martes, 23 de junio de 2009

Caballero sin espada

Este blog nace porque soy persona y porque soy escritor. Porque tengo unas ansias enormes de comunicarme, de mostrar el mundo y de mostrarme a mí mismo. Interiorizar el impacto que me producen los demás. Hace unos años escribí, para mí mismo, un diario titulado "Los días de Ícaro". Detrás de este diario, detrás del título, había una historia personal, un pequeño enigma.
No voy a descubrir a ese enigma. Que sean otros los que, si les interesa, profundicen en él. Ícaro quería tocar, alcanzar el sol, y las alas que le sostenían, construídas con cera, se derritieron y le hicieron caer al prosaico suelo. Su padre le advirtió que volara, pero que no se acercara demasiado al sol, pero él no hizo caso y se acercó demasiado.
Hay unas personas en el mundo que no nos conformamos con lo que somos, con lo que nos han dado, con nuestras virtudes y defectos, sino que siempre queremos más. Queremos ser más sabios, más inteligentes, más cultos, más comprensivos, tener una mirada más amplia... ser mejores, ser más totales. ¿Lo conseguimos? Creo que sólo lo logramos en una pequeña medida, pero ese movimiento, que lo es del alma y del cuerpo, de nuestro interior y de nuestro exterior, día a día, sumado poco a poco, al final es mucho. Estas personas dejan una estela detrás, un olor, un valle. Me gustaría que este blog fuera esa estela, y que me leyera mucha gente, pero sobre todo gente que uniera buena voluntad con inteligencia, con sensibilidad, y sobre todo buena voluntad.
Amo la literatura, me dedico a ella, constantemente, desde hace muchos años, y a veces me pregunto qué prefiero, si la literatura o la sonrisa de la mujer que amo. La literatura o el fin del hambre en el mundo. Todo es perfectamente compatible; de hecho la literatura lo reúne todo, y todos podemos escribir sobre todo. Pero es duro plantearse cuáles son las verdaderas prioridades de uno en la vida.
Yo he descubierto que me puede fallar algo, un trabajo, un amor, una amistad, pero nunca me falla la literatura. Cuando tengo que superar un problema, mayor o menor, acudo al teclado, a mi pequeña libreta y al boli. Todo lo supero. La literatura es la salvación, mi antídoto, la forma de trascenderme.
Hoy me ha dicho un amigo, José María Lozano, que parezco el personaje de "Caballero sin espada", por mi ingenuidad y caballerosidad, y en el coche me preguntaba yo cuál era mi espada. "¿Cuál es tu espada?", me preguntaba. Necesitamos una espada. Y pensaba que tal vez fuera una mujer, una mujer enérgica, dura. Pero luego he llegado a la conclusión de que ya tengo espada, y mi espada es la literatura, la escritura, y más ampliamente la palabra.

(Quiero agradecer a Pedro Cifuentes que haya hecho técnicamente posible este blog.)

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