jueves, 31 de diciembre de 2009

Filosofía de vida

Vivir para no morir,
Morir para no sufrir,
Sufrir para sentir
Y escribir… para vivir.


E.M.R.

miércoles, 30 de diciembre de 2009

La noche del González-Ruano

Este texto, que nunca lo hice para ser publicado, lo escribí hace tres años, si no recuerdo mal, cuando le dieron el Premio César González-Ruano a mi querido amigo Raúl del Pozo. Aquella noche llegué muy cansado a casa, pero al día siguiente, por la mañana, escribí este texto. Podría haberlo hecho más extenso, pero así quedó. Recuerdo que Fanny Rubio me invitó ese mismo año a dar una charla en su curso de doctorado y les hablé de aquel premio y aquella ceremonia. Fui capaz de imaginar, de proyectar en el aire, como un cine personal e intransferible, las imágenes de lo que viví. Contar de esta manera es mucho más vívido y emocionante y pude ver cómo una de las alumnas casi lloraba al escucharme. Me he convertido, entre otras cosas, en una cámara de televisión, o de cine, porque sobre lo que veo creo, y sobre lo que creo veo.
Raúl se merecía aquel premio y todos los que le han dado desde entonces. Una vez, hace tres años, yo creo que por esa época aproximadamente, cuando quedé con él para hacerle una entrevista sobre la columna, en el Café Gijón, me dijo que a él no le habían dado ningún premio, y yo le dije que a partir de entonces le darían todos. Más o menos se está cumpliendo el vaticinio. ¿Por qué dije eso? Porque eso fue lo que le ocurrió a Cela. Saber Historia sirve para algo.



LA NOCHE DEL GONZÁLEZ-RUANO



Llueve… y he pillado un atasco. Llego tarde al Ritz, con la sensación de que a uno le sale mal todo justo en el peor día. Pero no pasa nada. Entro con mi traje de antiguo, de 3º de BUP -el nuevo no me entra-, y con mi chaquetón ya viejo, y que nunca fue de muchos lujos, pero para mí tan querido.
Pronto veo a Javier Esteban, muy elegante, y muy serio, a lo Clark Gable en lo que El viento se llevó, sentado entre los brillos de la gente guapa, las alfombras rojas y las lámparas de araña. Nos damos un paseo, cogemos una copa, miramos. La salas son amplias, es una noche solemne, le dan el Premio César González-Ruano, nuestro Óscar para los columnistas, a Raúl del Pozo.
Llega Antonio Gala de la mano de una chica joven. La cabeza un poco hundida por la enfermedad, Gala está mayor, pero se muestra orgulloso y contento de acudir al González-Ruano, y, por qué no, de ser estrella. También distingo al helenista Rodríguez Adrados, que me mira como si le sonara mi cara. Me lo encontré en el CSIC, cuando entrevisté para Época a Luis Alberto de Cuenca, entre la novela artúrica y La guerra de las galaxias.
Pronto veo a mi querido Raúl del Pozo. Viste smoking, con pajarita, y su pelo blanco, blanquísimo y a raya, destaca sobre el negro de su traje de etiqueta. Corre, raudo, impaciente, adonde está sentado Umbral, y se arrodilla, y le da un beso en la frente, y le llama “Maestro”, y “Padre”… Es un momento emocionante, de ésos que sólo se valoran cuando pasa un tiempo y somos conscientes de lo que hemos vivido.
Pero esta noche viviré otros momentos “emocionantes”.
-Te cito en el discurso -me dice Raúl a la carrera.
Yo le contesto, muy nervioso:
-Estás loco, estás loco.
Porque uno tiene la sensación de que uno estaba loco, pero luego resulta que todo el mundo está loco, mucho más que uno.
Veo a Pedro J. Ramírez, rodeado de hombres que son como escoltas. Sonríe de forma patente, brillan sus dientes, se sabe centro de atención. Yo me tengo que dar la vuelta, porque me ha impresionado más que cualquier otro personaje. Noto una gran tensión en todo mi cuerpo, y me da vergüenza verle la cara, de frente. Reconozco que Pedro J., desde que leí su discurso de recepción del premio Montaigne, para mí ha ganado muchos puntos, y aún no sé hasta qué punto nuestros caminos no están cruzados.
Y ya pasaré toda la noche nervioso, porque a uno no le citan todos los días en un discurso de premio.
En la mesa conozco a un hombre interesante, Eduardo Junceda, que ha hecho muchas cosas en la vida. Le cuento que a mí también me gustaría hacer cosas diferentes, no centrarme en una misma cosa. Su pareja, después de oír hablar muchas veces de “Raúl”, por fin exclama:
-Pero, ¿quién es Raúl?
Entonces yo me echo a reír y le enseño el programa del Premio, con el menú y todo, y el nombre “Raúl del Pozo” bien claro después de “Premio César González Ruano”.
La cena no me gusta mucho, demasiado moderna para mí. Llegan los postres y la presentación de Vicente Verdú: “A Raúl no hace falta presentarlo; Raúl es uno de los nuestros. Nosotros no éramos exactamente escritores puros, ni periodistas.” Fueron unas palabras muy hermosas. Pero todos escuchamos ya el discurso de Raúl, Javier Esteban y yo muy emocionados.



Eduardo Martínez Rico

martes, 29 de diciembre de 2009

Mujeres, hoy

¿Sabes algo de mujeres? Crees que la misma pregunta se hacen todos los hombres, aunque menos los que se les dan bien, que no necesitan hablar y pensar sobre mujeres. Les basta con actuar. Alguna vez has dicho que cuando nos va bien no nos dedicamos a pensar o hablar de mujeres, y que sólo lo hacemos cuando nos va mal. Esto tiene mucho que ver con rachas, aunque tú las has tenido gloriosas. Ahora piensas que lo fundamental es que el trabajo vaya bien, porque lo otro está más sujeto al albur del viento. Y de nosotros mismos: nosotros somos el problema y la solución.
Has quedado a comer con un amigo y te encuentras con que, prácticamente, no habéis hecho otra cosa que hablar de mujeres. Qué importante es esto para que le dediques una hora o una hora y media de tu tiempo, cuando tienes cosas más importantes en qué pensar, y de qué hablar.
Ayer quedaste con otro amigo a comer, un periodista, y llegaste a la conclusión de que el patio está muy revuelto, que la gente, ellas y ellos, no paran quietos, y que ya es momento de que te pongas un poco al día sino quieres ponerte morado de tortas. Vivimos en una sociedad que ha entronizado la mentira y el engaño; ahora estás leyendo a Ovidio, y en sus Metamorforsis habla de las diferentes edades por las que hemos pasado, Oro, Plata, Bronce y Hierro, y la del Hierro significa la desaparición de los ideales, el honor, la lealtad, la responsabilidad. Has pensado que ahora estamos, otra vez, en la Edad de Hierro. Somos patéticamente sombras de lo que fuimos, aunque tú aún crees en antiguos ideales; puedes relajarte, pero no dejas de creer. Tiene demasiado peso tu educación, tu familia, lo que te han enseñado y, sobre todo, lo que has aprendido.
Tu coraza se hace más fuerte cuando el ambiente es tan duro, y esa coraza no te quita ninguna sensibilidad.
Una vez te dijo una compañera, hace años, que ibas como Don Quijote, “con la lanza y el escudo”, y así te va como te va. No te va nada mal, pensándolo bien. Ya son demasiadas las veces que te han dicho que eres “un caballero”, y yo creo que te lo dicen porque eso llama mucho la atención en nuestro mundo.
El amigo con el que has comido hoy rompía con todo, como tú rompiste hace años, cuando decidiste que ya se habían acabado los tiempos de ir por la calle mirando a todas las mujeres. Menuda adicción. Creo que los hombres sólo miramos dos cosas por la calle: los coches y las mujeres. Llegó un momento en que decidiste no mirar los coches sino el fondo, el paisaje, las casas, las cosas. Qué enriquecedor.
Ahora sigues mirando a las mujeres, pero mucho menos. Te gusta más leer a Ovidio y escribir tus cuentos, artículos, poemas en tu libreta. Cuando uno tiene universos así entre sus manos el mundo que tiene alrededor le parece pobre y lento.
Hace poco una persona a la que quiero y respeto mucho me decía, con una especie de sorpresa vuelta de todo, sobre las mujeres de hoy, las “chicas”: “Siempre tienen un lío, o dos, o tres…” Además de nuestro “lío”. Miro esto desde mi punto de vista, y el de los hombres, que habrá que conocer al suyo, pero eso significa estar metido en un menú complejo, o, como me decía una amiga con su propia experiencia, un equipo de fútbol: “A Fulanito creo que le voy a sacar del banquillo y le voy a hacer titular.”
Durante una época, hace muchos años, la mujer fue para mí una prioridad, y todo marchó bien: ligué muchísimo y no me até con ninguna. Al final me até con una, pero fue demasiado pronto. Luego he tenido temas más importantes sobre qué pensar y hacer. De vez en cuando aparecía algo y desparecía, porque ésa es una virtud de las mujeres que más me gustan: que aparecen y desaparecen. Me ocurre un poco como con el deporte; durante un tiempo hice muchísimo deporte, y ahora lo hago por mantenimiento, constante pero no mucho.
Ahora, y desde antiguo, lo que me importa es mi cabeza y mi pluma. Lo demás es secundario. Pero adoro estar con una mujer y su punto de vista insólito, que tanto me enriquece. Las mujeres que más me han gustado siempre me han dado lo mejor, sin darse cuenta, y eso era su forma de ver las cosas, su mundo, lo que yo hacía, lo que yo escribía. Lo he pasado muy bien con mujeres, y no hablo sólo de sexo. El sexo al final es algo más, un tirón que nos acerca a ellas; el tesoro está en su mentalidad, en su compañía, en su abrazo. Me encanta hablar con mujeres.
He empezado una etapa nueva de estar con mujeres, porque he aterrizado y sólo sé que me tengo que poner un poco al día, sobre todo en lo social, en las convenciones. Tengo mucha experiencia, mucha más de lo que me creo. Hasta para ir con mujeres hay que ser práctico, ellas que son tan prácticas.




Eduardo Martínez-Rico

lunes, 28 de diciembre de 2009

Diamante

Para Santiago A. López Navia


Nadie enseña a ser hombre.
Te enseñan el camino,
Los golpes,
Los besos y abrazos.

Vamos asimilando
Los frutos y los huesos
De la vida,
Y cuando nos damos cuenta
Nos vamos a morir.

Nadie enseña a ser hombre.
Nadie enseña a amar
Ni a odiar
Ni a morir.
Uno va aprendiendo
Día a día, hora a hora,
Minuto a minuto.
Las desgracias ajenas
Nos duelen
Y nos recuerdan
Lo que tenemos.

Cuando nos golpean,
Más duele el orgullo
Que el palo.
Hay que ser fuerte,
Pero también flexible,
E inteligente.
Las tres cosas a la vez
Es difícil.

El padre enseña al hijo,
Pero no a ser hombre.
El profesor enseña al alumno,
Pero no a ser hombre.
El maestro enseña mucho
Al discípulo,
Pero no el todo
Que es el ser hombre.

El ser hombre
Es una obra de arte,
Un diamante,
Y cuando ya está hecho
Ya comienza a perderse.

Es un planeta
Sufriente
Que goza en el proceso,
Muy sensible,
Algo grande
Expuesto a los zarpazos
De la vida.


Eduardo Martínez-Rico

(Publicado en el Blog de Profesores Poetas.)

Treinta y tres

Dentro de pocas semanas cumpliré 34 años; ya no tendré 33 años, esa edad mítica, falsamente mítica, según nos explican los expertos. A principios de 2009 publiqué en El Norte de Castilla una columna sobre los 33 años, "Treinta y tres". Recupero ese artículo porque me gusta mucho y quiero que quede, aquí, en Los días de Ícaro, para siempre, hasta que apaguen esta lámpara de araña que es Internet. Los hombres escribimos y escribimos, pueden cambiar las formas y los soportes, pero lo que hemos dejado atrás nunca queda atrás, se renueva constantemente.
Se está acabando el 2009, se acerca el 2010. Feliz Año Nuevo para los hombres de buena voluntad. Y que los que no la tienen buena que la cambien.



TREINTA Y TRES




Hace algún tiempo cumplí 33 años, una edad mítica para mucha gente, porque se dice que a esa edad murieron personajes como Jesús y Alejandro Magno. Algunos afirman que también murió con 33 años César Borgia, pero en El príncipe del Renacimiento, José Catalán Deus, del que me fío, escribe que murió con 31. En esta nómina de ilustres también se añade a veces a José Antonio Primo de Rivera.
Pero Jesús no murió a los 33 años, según un experto al que he consultado. Cristo debió de morir a los 38 o 39 años, y arrastramos un error debido a un monje yugoslavo, Dionisio el Exiguo, que en el 525 de nuestra era fechó mal la muerte de Herodes, que se utiliza como punto de referencia para fijar el nacimiento de Jesús. Dionisio el Exiguo se equivocó por cuatro años. Cristo nació antes de Cristo, probablemente en el año 7 o 6. Pero es un tema muy complicado que sólo conocen bien avezados expertos en las Sagradas Escrituras.
Sin embargo, los 33 años sigue siendo una edad mítica, y yo he oído a mucha gente con 33 años decir, orgulloso: “Tengo la edad de Cristo.” Pero ¿qué significan para mí los 33 años? Significa una razonable madurez en un buen cuerpo. Si no recuerdo mal Aristóteles, en su Retórica, decía que la madurez del cuerpo se encontraba entre los 32 y los 36 años, mientras que la del alma estaba entre los 46 y los 50. Una vez me preguntó un amigo cuál prefería yo, y respondí que la del alma, pero luego lo pensé mejor y llegué a la conclusión de que lo ideal es una buena media. De todos modos, desconfío de la madurez porque no he conocido a nadie maduro; todo el mundo hace aguas por todas partes. Pero supongo que a algo habrá que llamarlo madurez.
Tengo entendido que los matemáticos se agobian mucho al cumplir años, porque es costumbre en su oficio realizar las grandes aportaciones muy jóvenes. En el caso de la literatura es distinto; salvo los poetas, que sí suelen escribir grandes libros muy jóvenes, en los demás géneros las obras suelen mejorar con la edad. No es extraño ver a un escritor muy viejo que publica una gran obra, y ése fue el caso de Cervantes.
Pero a mí también me ha preocupado el tema de la edad. Tenía que escribir buenos libros y publicarlos. De esto no me acordaba siempre, sólo en algunos momentos. Ahora me he tranquilizado porque considero que he hecho ya una buena aportación, aunque lo mejor esté por venir, seguro.
El escritor cuando cumple años ve cómo se le abren nuevos mundos, posibilidades insospechadas; siente cómo sus capacidades crecen y realiza obras con las que nunca antes habría soñado. La mente se ensancha, se llena de imágenes y criaturas, y es mucho más fácil crear tramas y personajes, organizar bien el discurso. Todo fluye, por lo menos para algunos.
¿Hay que preocuparse por cumplir años? Gila citaba a su padre y decía que había que cumplir años “porque si no te mueres”. La gente se come mucho la cabeza con los años, y no hablo sólo de gente mayor. Esto es indiferente a las edades.
A estas alturas no creo que vaya a ser tan importante como Jesús, Alejandro Magno, César Borgia o José Antonio Primo de Rivera. Tampoco creo que me moriré con 33 años, si no que atravesaré esta edad como he hecho con todas, escribiendo, leyendo, mirándolo todo con los ojos y los oídos bien abiertos, comiéndome el mundo y alimentándolo con mis palabras.




Eduardo Martínez-Rico

domingo, 27 de diciembre de 2009

Te amo

Te amo porque sé que ya me has perdonado. Ya te amaba antes, desde el primer día que te vi, cuando empecé a notar la enfermedad del amor, que sin duda es una enfermedad, la más agradable que existe. Pocas veces la he sentido, y eso que me gustan mucho las mujeres. Una de esas veces fue contigo. A veces se me olvida que existes, y me concentro en mis libros, en mis trabajos, en todo lo que hago. Pero de vez en cuando vuelves con fuerza, y comprendo que no me abandonas.
No elegimos el amor, es él quien nos elige. Pasa el tiempo y siempre te tengo cerca. Tu recuerdo se ha agrandado, aunque haya conocido, y sigo conociendo, a otras muchas mujeres. Me pasa, como ya me ocurrió cuando lo compartíamos todo: necesito tu presencia para que ésta sea exclusiva.
Tengo tu imagen en mi mente, una y todas las imágenes. No necesito fotos para recuperarte. La película de nuestra vida, de lo que compartimos entonces, del presente que se mueve y huye, y del futuro que invento, la tengo en la cabeza. Los escritores vivimos de pequeños detalles, palabras sueltas que convertimos en mundos y universos.
Cuánta paciencia tuviste, amor mío, cuánta paciencia sigues teniendo conmigo. Los hombres, que sin duda tenemos muchas virtudes, y que para ciertas cosas creo que somos superiores a las mujeres, vamos detrás de vosotras en otras. Y de ahí surgen muchos problemas. Estamos condenados a ser vuestros hijos, aunque seamos vuestros hermanos, amigos, maridos, amantes, padres. Una mujer, cuando no está enamorada, enfadada, etc., o todo esto a la vez, ve a su hombre, al hombre, a los hombres, como ve a sus hijos que siempre están haciendo lo que no deben hacer. La armonía se da entre nosotros, pero nunca dura demasiado tiempo, aunque luego, milagrosamente, vuelve a ocurrir.
Somos dos relojes que dan siempre distinta hora, pero de vez en cuando, muchas veces, claro, coinciden, y el placer es inmenso.
Te amo porque ya me has perdonado, y sé que la vida nos deparará muchos encuentros, porque estamos hechos el uno para el otro. Un hombre y una mujer no están hechos sino para encontrarse.
Siento que me enamorara de ti, que te enamoraras de mí, cuando apenas era un niño, un niñato, y que a medida que crezco te vaya echando cada vez más de menos. Aunque te tenga tan cerca, cada vez más cerca.
Los hombres no maduramos nunca, cumplimos años pero no maduramos. Pero ¿quién lo hace? Tengo 33 años y no conozco a nadie maduro.
Te amo porque ya me has perdonado, pero siempre te he amado, como sé que tu me amarás siempre. El camino te deparará, tal vez, muchos otros episodios, pero yo siempre seré uno de ellos, y tú serás uno de los míos. Siempre volverás a mí, y yo a ti, como un bumerán siempre fiel. Tengo mucha intuición, mi trabajo es imaginar, reflexionar, contar... pero no soy profeta, creo que no lo soy. Y sin embargo, te veo y te veré siempre en mi futuro, como tú sabes que yo estoy en el tuyo, siempre, para siempre. El amor es el mayor don de Dios, o los dioses, a los hombres, pero es un don que nos carga de cadenas, qué le vamos a hacer.
Sabes que me tienes para lo que necesites, que siempre te ayudaré. Pase lo que pase en el futuro siempre me tendrás a tu lado, aunque no hablemos. Siempre podrás descolgar el teléfono y pedirme cualquier cosa, porque moveré cielo y tierra para ayudarte. En eso siempre seremos amigos. Aristóteles, y me gusta mucho decirlo, decía que amigo era el que era capaz de ayudarnos, o el que nos ayudaba, que ya no recuerdo muy bien.
Tú me has ayudado muchas veces, y creo que yo también te he ayudado, aunque no siempre fuera digno de tu amor. Soy un hombre, y por lo tanto extraordionariamente fuerte y extraordinariamente débil. No soy más que un hombre, con todo lo bueno y grandioso que tiene eso, y todo lo malo y penoso, lleno de servidumbres, que tiene eso.
Este hombre te ama y te amará siempre, y siempre te ayudará cuando lo necesites. Mi teléfono será el primero y el último al que deberás acudir. Y mejor el último que el primero, porque eso querrá decir mucho.
Sé que ya me has perdonado.

CESEDEN

Hace algo más de dos años visité varios días el CESEDEN para hacer un completo reportaje sobre esta institución y lo que hacen allí. Me lo tomé muy en serio, leí mucho y hablé con mucha gente, pero la revista que me lo iba a publicar no lo hizo finalmente. Ahora lo publico en Los días de Ícaro.
Nuestras fuerzas armadas se han modernizado mucho y en poco se parecen a las del pasado, las que tienen tantos españoles en la cabeza, un modelo trasnochado y periclitado. He podido hablar con muchos oficiales españoles y están muy preparados, soldados-intelectuales perfectamente adiestrados para realizar de la mejor manera su cometido.
Si algo siento de este reportaje es que apenas pude incluir, por problemas de espacio, todo lo que aprendí y vi en aquellos días. Ahora vuelvo de vez en cuando al CESEDEN, pero por otros motivos.




CESEDEN
(Centro de Estudios de la Defensa Nacional)


“Un líder es alguien con quien me iría a la guerra”




Es un edificio de estilo neoclásico que impresiona: el ladrillo visto, el color blanco, con algo de retablo. Es el CESEDEN, una institución militar de estudios superiores que aspira a dar la mejor formación a nuestros oficiales.
“Hemos entrado en una nueva era –dice el teniente general del Ejército del Aire Pedro Bernal, director del CESEDEN-. Han cambiado muchas cosas y debemos tener la mente muy abierta.” El teniente general me explica con detenimiento la conexión del centro con países de todo el mundo, especialmente con las escuelas afines de Italia, Francia, Inglaterra…
En la misma línea van las palabras del Vicealmirante Sánchez-Barriga, director de la ESFAS, Escuela Superior de las Fuerzas Armadas, que forma parte del CESEDEN y que desarrolla una amplia serie de actividades: “Hoy en día el potencial de un enemigo no se mide en el número de carros de combate, buques, misiles… de que disponga. Un pequeño grupo armado con el arma adecuada puede hacer mucho daño.”
El CESEDEN, máximo organismo español en estudios militares, tiene dos grandes centros o escuelas: la Escuela de Altos Estudios de la Defensa (EALEDE) y la Escuela Superior de las Fuerzas Armadas (ESFAS). La primera, gran contacto del centro con la sociedad civil, tiene la misión de investigar sobre los temas más actuales en el campo de la seguridad y la defensa, organiza diversos cursos monográficos y un master en seguridad y defensa. La segunda es una especie de facultad militar.


Abiertos a la sociedad

Para formar al oficial del siglo XXI se unificaron las Escuelas Superiores de los tres Estados Mayores –una escuela por cada ejército: Tierra, Mar, Aire- en la actual ESFAS, que se encarga de la formación superior de los oficiales. Tiene dos vertientes: curso de Estado Mayor y curso para el ascenso a general de Brigada o Contralmirante. En los dos casos todo el alumnado viene seleccionado por sus ejércitos, con unos mínimos para afrontar con éxito los cursos.
“Nosotros llamamos a los alumnos concurrentes –dice el Capitán de Corbeta Ignacio Céspedes-, lo que indica que el alumno no viene aquí con una actitud pasiva, sino que, dada su experiencia operativa, en sus unidades –como mínimo son comandantes-, están capacitados para aportar tanto como sus profesores. Aquí concurren su saber y experiencia con los nuestros. También contamos con los líderes de opinión de los distintos campos, de los ministerios, de la empresa, etc.”
La ESFAS es una escuela muy abierta al mundo exterior, a la empresa. “Queremos incorporar –dice el teniente coronel Vara- las enseñanzas más modernas de gestión y liderazgo. Sin embargo, somos conscientes de cuánto ha aprendido la empresa de nosotros, de nuestro sistema de valores y nuestras tradiciones centenarias.”
Se podría decir que la ESFAS es una escuela de negocios militar, dedicada a formar oficiales, los que serán el Estado Mayor del futuro y asesorarán a almirantes y generales en España, la Unión Europea y la OTAN. “Dentro de 25 años –dice el Vicealmirante Sánchez-Barriga-, el Jefe del Estado Mayor de la Defensa (JEMAD) se habrá formado en esta escuela.”.
Los profesores son oficiales de los tres ejércitos y de la Guardia Civil, con la condición de que hayan sido antes alumnos del centro. Ellos mismos piden estos destinos; ser profesores de la ESFAS forma parte de su carrera, y lo suelen pedir militares con vocación intelectual o docente.
“Yo venía de mandar un barco en Cartagena –dice el capitán de corbeta Céspedes, ahora profesor-, y después de pasar por varios destinos operativos, decidí enfocar mi carrera profesional durante unos años a la docencia y a la investigación, para resolver problemas militares. Es una oportunidad magnífica estos dos o tres años porque nos permite transmitir nuestra experiencia. Lo mío es la Orgánica: la ciencia que trata de resolver un problema, de asignar responsabilidades, de establecer comunicaciones en una organización.”
El ejército se está poniendo al día, quiere estar preparado para el futuro. El mundo se ha hecho global y tiene unas exigencias de modernización básicas, a todos los niveles. La enseñanza de procedimientos de liderazgo tiene que ser acorde con los tiempos. La Drª Pilar Jericó es profesora de gestión del talento y liderazgo en la ESFAS: “Los estilos de ordeno y mando son necesarios en situaciones de crisis, pero fuera de esos momentos hay que sensibilizarse con otros modelos: motivar a la gente, lograr que se comprometa…”
La Dr.ª Jericó tiene muy claro lo que es un líder: “Un líder es quien tiene seguidores, una persona que actúa en determinadas circunstancias pero no en otras. Le aportas porque sabes que él te va a aportar; es alguien digno de confianza, que saca lo mejor de ti mismo.” La Profesora Jericó nos transmite su experiencia: “Algunos alumnos míos me dicen que para ellos un líder es alguien con quien irían a la guerra.”
La Escuela Superior de las Fuerzas Armadas (ESFAS) tiene como misión formar a los líderes militares del mañana.




Eduardo Martínez Rico

sábado, 26 de diciembre de 2009

La sonrisa

No hay nada más bonito que una sonrisa.

E.

viernes, 25 de diciembre de 2009

Tu piel

Volar,
contigo volar,
sobre la nieve,
tu piel.


Eduardo Martínez-Rico

"Nochebuena en Esperanza"

Mi tía Ángeles nos manda otro texto a los amigos. Éste es sobre la Nochebuena, y creo que trata sobre tres diferentes Nochebuenas que vivió mi tía en tres momentos diferentes de su vida: uno con mis abuelos y mis tios, allá en el lejano pasado, en Puentedeume, otra en casa de mi tío Carlos, más reciente, y otra chilena, en toda su realidad de misionera hispano-chilena, o chileno-hispana.



Nochebuena en esperanza

María Angeles Martínez, 1991



Nochebuena allá en Galicia,
Nochebuena allá en casiña,
en que todo huele a musgo
y a pino del monte hermano.

Nochebuena allá en el patio
con figuritas de barro:
pastores y lavanderas,
los Magos en sus caballos
y la Virgen adorando.

En coche corriendo a Miño.
Don Carlos emocionado,
el abuelo enternecido,
Ojea con puro habano.
Mamá canta un villancico:
“Aquí lle traigo un queisiño”…

Antes, a Misa del Gallo.
El “noche de paz” bajito
y el beso de adoración
al misterio del Dios Niño.
¡Ah! Y al empezar y acabar,
turrones y mazapanes,
higos, pasas y … esperanza


Nochebuena en Entrepeñas

La casa llena de luces
como un campo de pastores.
Mesa grande, mucha gente,
nietos, sobrinos, abuelos,
en la noche de Diciembre
el frío no hiela el alma.

La casa llena de flores,
de adornos y de alegría,
vamos todos con María
a cantar la Nochebuena.

Entre mezcla de sentido,
de añoranza y de recuerdos,
la casa se hizo Belén,
llegó la paz a la tierra.

Y la fe que se arrodilla,
y la esperanza animada,
y el amor queriendo hacer
del corazón una llama.

¡Ah! Y cuantísimos regalos.
Que no se apague la risa
que no se apague la fiesta,
y la gana de ser buenos.
Los Magos se anticiparon.


Nochebuena Latino América

Nochebuena con más frío,
más hambre, más sufrimiento,
más soledad, más nostalgia
de justicia y vida nueva.

Con todo, Nochebuena, con gran
fiesta. Se canta al Niño Divino,
pobre como son los pobres,
moreno como nuestros niños.

Nochebuena con trutruca,
zampoña y también guitarra.
Un villancico y su canto
llena de luz nuestra América.
¡Ah! Nochebuena de los pobres,
buena noticia esperada

Nochebuena allá en Galicia
Nochebuena en Entrepeñas,
Nochebuena, Latino América.

Siempre, siempre es esperanza.

jueves, 24 de diciembre de 2009

Tía Ángeles: "Pulsando corazones"

Mi tía Ángeles, monja misionera en Chile, nos mandó hace unos días a algunos amigos este texto de Navidad.


Pulsando corazones. Es Navidad
María Angeles Martínez, odn



Vino, y … golpeó a la puerta de una familia,
pero la TV invadía la intimidad y no pudieron escucharlo.

Vino, y … pulsó el timbre de la vivienda
contigua, pero todos estaban
en lo suyo y esperaban que otro atendiera el llamado.

Vino, y … llamó al celular de uno de ellos,
pero una voz ronca contestó que no era oportuno,
pues estaban muy ocupados.

Vino, y … gritó con voz angustiada:
¡les traigo una buena noticia! Pero todos, todas, reían al
compás de la música de un programa
de “la farándula·”.

Vino, e insistió … les dijo suavemente: ¡ Por favor, ábranme!
Soy el Amor que imploro, pero el susurro
se perdió entre luces de colores y
fuegos artificiales

Vino, y … el Amor se fue a otra parte cansado de
llamar, de susurrar, de esperar, de pulsar corazones.

Y … Su clamor lo escucharon los que gritaban
por una vida más digna, por un aire más limpio. Todos
corrían peligro. Y se metió entre ellos.

Su golpear lo recogieron unos jóvenes de barrio
que jugaban a la pelota y hablaban de quererla compartir
con los inválidos de un hogar vecino.
Y fue uno de sus jugadores.

Su susurro estremecido lo percibieron unas
mujeres golpeadas en su propio hogar. Lloraban
su pena junto a un pesebre de los niños de la calle.
Y allí, nací de nuevo.

Su voz de Dios humillado fue acogido por unas religiosas
y laicos que enseñaban un villancico
a huérfanos de la guerra, a ancianos en soledad permanente,
a jóvenes saliendo de la droga y el alcohol.
……………………

¿Escucharemos hoy su voz? Quiere pulsar nuestro corazón.
Es el Dios Amor que te susurra y te invita a ti, a mí:
¡ Por favor, ábreme la puerta!
ES NAVIDAD.

El misterio de la Navidad

Llamo a José Luis Olaizola para felicitarle la Navidad y me pregunta:
-¿Cómo estás afrontando la llegada del misterio de la Navidad?
Y le contesto:
-Con el corazón abierto.
Y me dice:
-Muy bien... eso está muy bien dicho tratándose de un escritor.

Cualidades humanas

El lunes publiqué esta columna en "El Norte de Castilla". Feliz Navidad para los hombres de buena voluntad.


CUALIDADES HUMANAS



Voy a hacer una columna abstracta a sabiendas, pero también sabiendo que cada lector va a identificar perfectamente lo que digo, con su vida o con la de otros. Yo creo que es bueno en la vida conocer lo que se quiere, tener las cosas claras. Es difícil que lleguemos a donde queremos si no lo identificamos, y me parece que eso ocurre constantemente, y que a la mayoría de personas les sucede, simplemente, que no saben lo que quieren, adónde quieren llegar. El cómo puede ser más difícil, pero colocarse una meta no lo es tanto, y dentro de ella metas parciales.
Lo difícil es el viaje, porque éste tiene muchas etapas, hay accidentes, desvíos, rodeos, e incluso bandidos y piratas. Todo esto, que son obstáculos, le da por otro lado aliciente a la vida. Siempre que el final, cuando llega el “The End”, y que cada uno piense cuál es ese momento, estemos donde queremos estar. Aunque todo es susceptible de cambiar… la vida da muchas vueltas, ¿verdad?
Hay que luchar, hay que formarse, constantemente, hay que perseguir algo, no hay que desanimarse, al menos no por mucho tiempo, y hay que soltar improperios, si es necesario, pero rápidos y para desahogarse, porque hay que seguir adelante. La vida no se para, la tierra sigue girando, y aunque nosotros nos tumbemos en el sofá y nos apartamos del mundo, siguen ocurriendo cosas, con nosotros o sin nosotros.
Para un ejecutivo la corbata es como el casco. Va a la guerra, por mucho que le guste su trabajo. Él ha elegido, si ha tenido suerte, si tiene talento y se le valora, el lugar en el que está trabajando. Tendrá sus aspiraciones, sus ambiciones; sabrá lo que quiere ser dentro de diez años, adónde quiere llegar. Un paso en falso puede traer muchos disgustos, desviarnos del objetivo, sea el que sea, pero ningún paso, por muy malo que sea, es suficiente para apartarnos definitivamente de lo que queremos.
Para los clásicos griegos el fin de la vida era la felicidad, lograr la felicidad. Yo no sé si esto es aplicable hoy en día, a nuestras vidas rápidas, cibernáuticas, impacientes; supongo que sí, porque las personas al final siempre quieren lo mismo: la plenitud, la comodidad, hacer lo que les gusta, en el trabajo o fuera del trabajo, y, como decía el Arcipreste de Hita, “yacer con hembra placentera”, o varón placentero… Siempre las mismas cosas: perseguimos la felicidad. Lo que no está claro es que sepamos qué es la felicidad; aunque lo nieguen muchos la identifican con el dinero, por eso hay tantos ricos vocacionales, y tantos que serán frustrados. Pero la felicidad es alimentar en el interior un fuego y mantenerlo vivo, pero equilibrado, aceptando que el equilibrio nunca será perfecto. Yo creo que el máximo talento que hay en la vida es precisamente tener el acierto de identificar qué nos da la felicidad. Una vez que uno lo ha identificado no tiene más que cultivarlo y perseguirlo. Y que nuestros sueños de hoy sean la realidad del mañana.




Eduardo Martínez-Rico

miércoles, 23 de diciembre de 2009

El comandante

El comandante es un hombre complejo, contradictorio, pero al mismo tiempo muy preparado y sabio. Sus hombres le respetan por su pasado y porque todos los días se hace respetar. También se hace querer, pero sin dejar que eso nunca pueda menoscabar su autoridad.
Por las noches, solo en su cámara, escribe largamente dos libros: sus memorias y un ensayo de estrategia naval. Es un intelectual, pero al mismo tiempo un hombre ágil y dinámico.
No todo son virtudes. Es muy exigente con sus hombres; exige a los demás lo que a sí mismo, y ellos no siempre están dispuestos a seguirlo.
Es un hombre de hierro, aunque culto y sensible. También le gusta leer poesía. Tiene su cámara llena de libros, y en un ordenador toma nota de todo lo que le llama la atención del buque.
Es un hombre que tiende al paternalismo y lo sabe, por eso debe controlarse. Sus sentimientos no deben perturbar su misión, ni su trato con los hombres. Pero generalmente esto va unido a su apreciación profesional. A los que más quiere es a los mejores.
Por las noches se pasea por la cubierta del Príncipe. Mira al suelo y se da cuenta de que ya va viejo. No es el barco que vio construir cuando era joven en el puerto de Ferrol.



Eduardo Martínez Rico

martes, 22 de diciembre de 2009

Padre mío

Padre mío, creo en ti porque me lo diste todo cuando no te pedía nada. Creo en ti porque siempre me has dado todo, casi todo, lo que te he pedido. Creo en ti porque eres futuro.
Ya antes de todo esto creía en ti, pero hasta tú necesitas ser confirmado.

E.

Ahora

Ahora me ignoras, pero sé que me amarás siempre.

E.

Jesús

A Jesús lo mataron por ser como era, pero ahora nace todos los años.

lunes, 21 de diciembre de 2009

EL HADA

Me han publicado este cuento en un libro titulado Cuentos para Toledo. Me parece que no está muy lejos de ser un cuento de Navidad.




EL HADA



Para Carmen Giménez-Cuenca



Yo me enamoré en Toledo. Supongo que esto no tiene ninguna importancia, porque, en una ciudad tan maravillosa, cuántos no se habrán enamorado. Pero yo lo hice y jamás podré olvidarlo.
Hace muchos años, cuando era un joven licenciado de Letras estudiando el doctorado, me apunté a uno de esos muchos congresos a los que íbamos, o iban, los alumnos a hacer puntos para futuras becas y a hacerles la pelota a los catedráticos. Esa interminable carrera hacia ninguna parte…
Pero siempre tuve la suerte, en esos congresos, de que encontraba algo. Algo quiere decir una chica, una mujer, en ese verdadero momento en que una chica despega en mujer. Ya digo que no teníamos más de veintitrés, veinticuatro, veinticinco años.
Era rubia, con ojos de miel, muy hermosa, licenciada en Filología Árabe. Sabía muchas cosas, y otras me las ocultaba, porque las mujeres son más sabias que los hombres, más rápidas en eso de saber cómo piensa el otro y actuar en consecuencia.
El congreso fue sobre La Celestina y nos llevaron por Salamanca, Toledo y Talavera de la Reina. Pero yo me enamoré en Toledo.
Recuerdo las calles esquinadas, llenas de vueltas y revueltas, las grandes cuestas, el brillo dorado de la ciudad, obras de arte por todas partes, cada edificio con una historia, con muchas historias, porque Toledo esconde un rompecabezas de civilizaciones, un sinfín de leyendas, de susurros, también de luchas, de ambiciones.
Ahora soy un viejo escritor que ha olvidado muchas de sus batallas, pero que no ha olvidado ésta. Cómo olvidar aquella noche en que fuimos todos a visitar la tumba de Garcilaso de la Vega y su padre, vacías, y un cicerone nos fue explicando la historia literaria de Toledo. Las leyendas, los poemas de Bécquer, los desdichados amores que habían rodado por la península de Toledo, las pendencias de sus calles, los versos que andaban sueltos por toda la ciudad.
Cómo olvidar aquella noche entrando en ese palacio de luz que guarda el Tajo, dentro del autobús, mientras nos hablaban interminablemente de la ciudad y su literatura. Y yo cogía la mano de mi amada cuando no lo era, y ella apoyaba la cabeza en mi hombro, y nos besábamos interminablemente en la noche, cuando aún no me había enamorado de ella, y ella sólo era una mujer guapísima licenciada en Filología Árabe.
Ahora, sí, soy muy viejo, tanto que le cuento estas historias de su abuela a mis nietos, y les cuento cuántos años tuvieron que pasar para que yo me casara con ella, porque yo era muy golfo y me gustaban todas, y no me duraba ninguna más de diez días, un mes, unos meses.
Pero ahora les cuento las historias del Cid en Toledo, cómo corrió a sangre y fuego estas tierras en las que ahora escribo, cómo fue amigo y enemigo de su fiel rey Alfonso VI, y cómo dicen que descubrió un Cristo en la Mezquita de la Luz.
Cabalgaba Rodrigo con Jimena en la grupa de Babieca, cuando eran jóvenes y guapos, como su abuela y yo, y cómo lanzaba Rodrigo la espada al cielo para que se clavara en la hierba y allí pudiera posar su capa antes de besar a su novia, a espaldas de los moros.
Ellos me miran embobados mientras les describo la ciudad y sus prodigios, mientras invento extrañas tramas que envuelven en sombras Toledo en su imaginación, ellos que vienen aquí a que les cuente los viejos cuentos del abuelo.
“Vuestra abuela, sabéis, era rubia como las espigas de trigo, y sus ojos mostraban el horizonte, y yo me enamoré de ella aquí, en estas calles laberínticas que me trajeron a vosotros. Y ella sabía mucho de moros, de poemas cantados en viejos y luminosos estanques, versos de Granada, poemas de paz y de guerra.
“Vuestra abuela me miraba un segundo, y luego bajaba los ojos y los cerraba. Sabía cómo enamorarme porque había leído cómo lo hacían las bellas moras amigas de Alá, del pasado lejano que vosotros estáis viendo, envuelto en alfombras que cubrían cielos y paredes de palacios árabes.
“Vuestra abuela era bruja, joven pero bruja, bruja buena, y sabía cómo enamorarme. Venía a Toledo a traducir viejos textos árabes a un edificio muy grande que hay aquí, fundado por un rey sabio y bueno, allá a lo lejos en la Historia, cuando todo se confunde y los hombres no hacen esfuerzos por separar las cosas.
“Yo sentí un rayo de luz en la catedral cuando entré con ella por primera vez, de la mano, y supe que me casaría allí, mucho tiempo después, porque a vuestro abuelo le gustaban mucho otras muchas mujeres, y siempre creyó, hasta ese instante, que nunca se casaría.
“Vuestro Toledo es un hada posada en el campo castellano. Dios, el dios de las ciudades, convirtió a unas cuantas de ellas en ciudades, y una de ellas fue Toledo, posándose en esta tierra seca, ceñida por el agua del Tajo. Y yo supe entonces, nada más entrar en Toledo, que andaba detrás de él una mujer, porque un hada es una mujer, ¿no es cierto?, y cuando ese autobús que nos llevaba a todos los estudiantes al corazón de Toledo, entre vueltas y revueltas, subiendo penosamente, lentamente… supe que vuestra abuela era ese hada, esa mujer, y fue entonces cuando la besé más fuerte, mucho más fuerte. Hasta hoy, mis queridos niños.”






Eduardo Martínez-Rico

Ayer

Ayer te dejé en la estación y hoy ya te he olvidado.

E.

domingo, 20 de diciembre de 2009

Mio Cid, el mito y la política

Los mitos son figuras representativas, difusas, modélicas. Su origen es histórico y son obra del pueblo, que las recrea y evoluciona hacia el futuro. La Historia nos demuestra, cuando es fiable, más o menos fiable, hasta qué punto los mitos tienen orígenes interesantes, con todas las limitaciones de los sujetos reales que los inspiraron. Esto se ha visto, recientemente, con los Kennedy, en Bobby, una magnífica película sobre Robert Kennedy, y se ve, por supuesto, en nuestro héroe nacional: Rodrigo Díaz de Vivar, el Cid Campeador.
Pero a mí me llama la atención un trasfondo, una posible relación, un viajar del pasado al futuro, nuestro presente… La historia del Cid, sus conflictos políticos con Alfonso VI y sus nobles, la convivencia de Rodrigo Díaz de Vivar con el pueblo que lo enaltece, o lo vitupera, y sus propios hombres, como un posible correlato de nuestro sistema político. ¿Tiene esto sentido?
El gran filólogo Alan Deyermond, hace poco, en una entrevista con Juan Cruz (El País Semanal), afirmaba que el Cid, hoy, sería presidente del gobierno. Y si lo miramos con calma esto tiene todo sentido. Por un lado Alfonso VI, aupado al trono por el dedo de Dios y por una serie de traiciones, ambiciones, asesinatos políticos, que todos, más o menos, conocemos. Por otro, Rodrigo, un noble del más bajo escalafón, hijo de las obras, y no de las genealogías, elegido por el pueblo y por sus propias acciones heroicas.
Aquí se juntarían, entonces, el monarca que lo es por designio divino y el héroe que encuentra el poder y el liderazgo de sus hombres, es decir, democráticamente, unidos hacia un objetivo común: aquella España que, como un puzzle de piezas móviles que quieren o se resisten a encajar, y la lucha contra los almorávides que han roto el statuo quo con los reyes de taifas.
Puestos a imaginar, quién ignora las tensiones entre un Aznar y un don Juan Carlos en continuos viajes, pactos, parlamentos. Quién ignora otras tensiones de otros reyes y otros presidentes a lo largo de la corta historia de la monarquía parlamentaria.



Eduardo Martínez Rico

Escribir

Para escribir buenos libros no basta con escribir muy bien.


E.M.R.

sábado, 19 de diciembre de 2009

España

En España hay dos Españas: una, nuestro país, y otra España, la viuda de Francisco Umbral. Con España, España Suárez, que no María España, que es como le ponen en casi todos los sitios, voy a cenar periódicamente por Majadahonda y Boadilla del Monte con mi hermano José Manuel. El jueves fue el cumpleaños de mi hermano y ayer la invitamos a cenar. Lo pasamos muy bien con ella; mi hermano la quiere mucho y yo también, pero además disfruto de su conversación y de todo lo que ha visto y oído. España ha conocido a la gente más interesante, por lo menos, del último tercio del siglo XX y lo que llevamos de éste. Lo que vio Umbral, su marido, pero de forma callada.
España sabe mucho de ropa, de alimentación, de plantas, y de muchas otras cosas, porque su gran afición es leer la prensa y se lee varios periódicos diarios. Sobre todo las columnas, que es lo que más le gusta. Entre toda su experiencia al lado de su marido, y también por haber sido maestra, tiene un fino oído para la buena prosa, las buenas ideas y la oratoria de todos los políticos, escritores y periodistas que hay en España. Además, no tiene pelos en la lengua y no se corta ante nada ni nadie; dice lo que piensa, tan tranquila.
Todos los que la conocen la respetan y la quieren. Y yo también.
Tengo guardado un artículo sobre ella y lo voy a publicar ahora, aquí.




ESPAÑA





España suele salir en los periódicos y revistas como “María España”, pero en realidad se llama España, y se apellida Suárez. O al menos eso me decía su marido Francisco Umbral: “¡Se llama España, el María se lo pusieron los curas!”
España es una mujer muy respetada en el mundo de las letras, por su educación y elegancia, y puedo decir que es amiga mía, cada vez mejor amiga. Además, tiene detalles que no todo el mundo tiene: este año he hecho cuatro presentaciones de libros, y excepto mis padres y uno de mis hermanos, nadie ha asistido a las cuatro menos ella.
Hace años, para mí bastantes, yo era un estudiante que estaba preparando una tesis sobre Francisco Umbral, y empecé a ir mucho a su casa. Fue un tiempo inolvidable, fructífero, lleno de artículos, libros y visitas interesantes. Acabé la tesis doctoral y publiqué dos libros de conversaciones con Umbral. No sólo estudié a un escritor, sino que aprendí mucho de él, sobre todo en lo literario, y pude disfrutar de la hospitalidad de su mujer, España.
Pero no voy a escribir sobre Umbral, sino sobre ella. España es una mujer culta, atenta, a la que le gusta, como no podía ser menos, leer el periódico y buenos libros. Todas las mujeres de escritores que conozco son buenas lectoras. Están metidas en una burbuja literaria que supone, además de sus propias obligaciones, hacer toda clase de trabajos relacionados con la literatura y la escritura. España, en este sentido, pasaba todos los días la columna de Umbral al ordenador y luego la mandaba, por fax o correo electrónico, a El Mundo. Después, cuando su marido estuvo peor, la tomaba al dictado. Umbral se dedicaba a la literatura, y a pasear por Madrid y hablar con gente interesante, pero todos los papeleos los llevaba ella. Que yo sepa Umbral nunca tuvo secretario, ni agente literario, porque él fue su propio agente; pero todo lo referente a papeles los llevaba España.
A mí siempre me sorprendió la cordialidad, la simpatía y la amabilidad con la que me trataba España. Y tengo la intuición, intuición que es casi certeza, de que trataba igual a todo aquél que llegaba a la Dacha por motivos literarios, y por cualquier motivo.
Sin duda era la cara amable del genio, aunque ya sabéis que yo no creo en los genios. Umbral era capaz de cualquier cosa cuando alguien lo visitaba, tenía días mejores y otros peores, y ahí estaba España, siempre sonriente, siempre amable, asimilando todo lo que veía, y comparando seguramente unas situaciones con otras.
Estuve con ella el día que murió su marido. Estaba muy sorprendida, porque no se lo esperaba, pero también serena. Umbral llevaba tiempo enfermo, pero en realidad, de una cosa u otra, siempre lo había estado. Era una persona que podía haber muerto hace años, pero que aguantó hasta el 2007. Tuvo varias dolencias importantes, desde su adolescencia, y yo creo que él sabía que podía morir cuando menos se lo esperaba. De hecho mucho de lo que escribió parece que ha salido de su Olivetti pensando que iba a morir pronto.
De vez en cuando llamo por teléfono a España. Nos vemos poco, pero siempre que habla conmigo parece que lo hace poniendo todo su ser. Es una persona cariñosa y sensible, que se lamenta de las guerras del mundo, de nuestras incompetencias, de lo grande y de lo pequeño; pero al mismo tiempo es una mujer optimista, con ganas de vivir. Una vez escribí que era la mujer perfecta para un escritor. Lo escribí hace años, pero lo sigo pensando.




Eduardo Martínez Rico

viernes, 18 de diciembre de 2009

Arturo y Morgana

Ayer publiqué este poema en el Blog de Profesores Poetas.



ARTURO Y MORGANA


Infla tu ego, Arturo,
No lo dejes escapar.
Lucha con tu espada
Contra la pasión,
No contra tu infidelidad.

Lealtad es una palabra
Demasiado fuerte para el amor,
Caballero de caballeros,
Señor de señores
del bosque.

Arturo en la noche
Que va al encuentro
De Morgana,
El momento del adiós.

Ama, ama
a Morgana
Mientras Lancelot
Y Ginebra alzan
Tu corona
Con cuernos de acero,
Excálibur en tu cabeza,
Amigo Arturo,
De los árboles amigo.

Mueve tu cintura,
Tu tronco,
Besa a la princesa
De los bosques,
Ojos verdes,
Pómulos altos
Y cintura de avispa,
Morgana de la noche,
Hada-bruja
Que cuida de Camelot
Y hunde en sí misma
El espíritu de Excálibur.

-Arturo, ¿aún me deseas?
-¿Por qué?
-De este amor vendrá otro hijo,
Un hijo para ti,
Un protector para Camelot,
Un pequeño caballero.
Ya no será Mordred,
Ya no luchará contra ti.
Empuñará Excálibur
Y peleará contra tu falso hijo,
Por Camelot.
Ámame fuerte, Arturo,
Por favor.



Eduardo Martínez-Rico

miércoles, 16 de diciembre de 2009

En el Museo Naval

En la pasada primavera visité el Museo Naval de Madrid. Es una visita que recomiendo a todo el mundo, porque significa una toma de contacto directa y sencilla con nuestro país. Me estaba documentando para una novela y fui allí con mi alumno Manu Ciarreta. Tuvimos el mejor guía, el Capitán de Navío y gran experto en temas náuticos José María Blanco Núñez. Esa misma tarde, o noche, que ya no recuerdo muy bien, escribí un poema sobre el museo. Ahora me lo han publicado en la Revista General de Marina y lo reproduzco aquí.
Quiero aprovechar para darle las gracias calurosamente a José María Blanco Núñez por todo lo que me ha enseñado sobre el mar, los barcos y la Armada española. Tuve aparcado aquel proyecto pero lo estoy retomando ahora.


En el Museo Naval



Busco a Tintín
En estas salas
Con galeones,
Cuadros, banderas
Y altos mástiles.

Mi historia
está en ellas,
mis barcos,
la derrota y la victoria,
la cultura del oleaje
y el último amor.

Es la historia
De mi ignorancia,
Mi pasión
Y un libro
Que va escribiéndose
Solo.

La Historia
De mi país,
De mi civilización,
El sueño
De todos los poetas.

El mar enseña grandeza
Y humildad,
Y yo busco
En este museo
Aquella fiesta
Del capitán Haddock,
Tras el tesoro
De Rackham el Rojo,
Con uniforme de gala.

Qué grande
y qué humilde
me siento aquí,
envuelto en mi tierra.



Eduardo Martínez-Rico

Oración

De vez en cuando escribo mis oraciones. Ésta es una de ellas. La hice hace tres años, y parece que no ha pasado un segundo desde entonces. Ahora soy más duro, pero suscribo de nuevo todo lo que digo en ella.


ORACIÓN


Esta oración la realicé anoche, acostado, antes de dormir. Hoy quiero fijarla y continuarla en el papel.


Padre, tú llenas mi ignorancia. En todo lo que no sé te pongo a ti y me vuelvo sabio. Los agujeros de mi curiosidad que nunca podré llenar los cubres tú, mi fe, con tu omnisapiencia. Me la transmites, gozosamente, porque mi fe es tan grande como para encontrarte en lo más pequeño de lo pequeño y lo más grande de lo grande.
Te veo, cuando paseo, en lo verde de la hierba y de los árboles, en la luz espléndida del sol, en el cabello sedoso, gozoso de mi perra, y en los gestos que realizan sus orejas, caídas y preciosas, cuando se mueven, su cara buena.
Te veo en mis amigos y en mis amigas, en lo que más quiero. En la mujer que amo. Te veo en la belleza, en la verdad, en todo lo bueno, pero también en lo malo, porque lo comprendo, gracias a ti. Puedo comprenderlo, y esos agujeros de los que hablaba antes tú los llenas.
Me veo a mí mismo, con todos mis defectos, cada día más sobresalientes para mí, pero que pueden ser pulidos. Te veo cuando me miro a los brazos e imagino de qué estoy compuesto, y tú llenas mi ignorancia, tú eres mi sabiduría.
Cuando me siento pequeño, infinitamente pequeño, y miro al cielo, y me imagino cómo asemejaré a cientos de miles de kilómetros de la Tierra... te veo. Te siento, como una figura, como una presencia. Esto último lo pienso mucho, cuando tengo un problema, cuando debo dejar una cosa en su sitio. Pero he llegado a la conclusión, Padre, de que lo maravilloso no está en las distancias, ni está en los tamaños, ni está únicamente en los brillos, las apariencias, todo eso que al ser humano siempre nos ha deslumbrado tanto.
Es muy fácil, sí, pero hay que darle muchas vueltas a la vida para tener esto claro.
La maravilla está en la relación, el baile, entre unas cosas y otras, unos seres y otros, todo y todo, y ahí estás tú, padre, dando cohesión, significado a todo. Por eso soy tan feliz, y a veces, ahora que te escribo, mi corazón salta en el pecho, lentamente, pero salta, se hace notar.
La maravilla, sí, está en la relación.
Por ejemplo, cuando dos personas, hablan, se miran y no se tocan. Hay algo mágico ahí, pero no lo comprendemos. Si fuéramos sustancias microscópicas el científico vería que estamos muy cerca, que “interactuamos”. Y así es. ¿Qué estamos pensando? ¿Qué piensa el otro, o la otra, cuando estamos tan juntos?
Tú eres la gota que cae en el agua turbia y la vuelve cristalina. Y esa agua soy yo, Padre, y esa agua es el mundo, el conocimiento. Tú vuelves la interrogación frase clara, y sólo el que lo haya experimentado puede dar fe de esto.
Junto mis manos, envuelvo la una con la otra y te siento, tu energía, Padre.
Llevo en mi cuerpo tu presencia, como todos los hombres, también los que la han olvidado, algunos.
A veces me siento solo y me pongo triste, y luego me arrepiento de haber pensado esto, de haberme sentido mal. Te tengo a ti, qué más puedo pedir.
El Dios que guió a Moisés, en los peores momentos, por el desierto y a través de toda su vida, que empezó antes que el desierto; el Dios que debió de dar ánimo a Jesús, en los peores momentos, pero que también alimentó su risa; el Dios que ha estado con tanta gente, con tantos, aunque no lo sientan, está conmigo, infla mi pecho, y yo sé que nunca me abandonará. Quizá el mayor regalo que he recibido de Él es la conciencia de que está conmigo, a mi lado, en mí. Soy consciente de que lo llevo en mi pecho, que me marca el camino cuando me encuentro más perdido, que me da agua cuando estoy sediento, y que se manifiesta en aquello que más amo, y en los que me voy encontrando por mi camino. Un hombre de bien debería ser capaz de amarlo todo, de comprenderlo todo.
Tengo treinta años, no sé cuántos más viviré. Muchos, muchísimos o pocos, poquísimos. Quizá ni lo uno ni lo otro. Quién sabe. Pero tengo inflado el pecho. Con mis manos Dios se hace evanescente y presente. Con mis pies. Con mis piernas. Con todo mi cuerpo.
Siento a Jesús, y Él para mí es la alegría, mi amigo.
Dejo que esa gota que es Dios caiga encima de mí y me reconcilie de nuevo, me haga limpio, transparente, dinámico, de nuevo.
Y cierro esta oración que no acaba nunca.


Eduardo Martínez Rico
Montepríncipe, 3 de abril de 2006

martes, 15 de diciembre de 2009

Dos en un coche

Ayer publiqué este cuento en "El Norte de Castilla"


Relatos vividos


DOS EN UN COCHE


Para Virginia Arizmendi





El coche rodaba. A ambos lados desfilaban los árboles, pinos en la costa. Iban a cenar a un conocido restaurante de la isla, la isla desierta en la que habían decidido pasar sus vacaciones. Eran grandes amigos, demasiado amigos para ella, que siempre lo había amado y que no comprendía cómo su viejo amigo no se había sentido nunca atraído por ella. El hombre tenía demasiado en qué pensar y había perdido la apetencia para las mujeres.
La luna, en cuarto menguante, iluminaba tenuamente la carretera. Los focos del BMW serie 5 de Roberto Mendaña, que así se llamaba él, hacían el resto.
Llevaban dos días en una casa al lado del mar, en habitaciones separadas, por supuesto. La relación era realmente extraña. Ella era la mejor amiga de la hija de él, hija de su matrimonio con una periodista de prestigio. Cuando ella iba de universitaria a ver a su amiga, siempre hablaban, muy animadamente. A ella le dio vergüenza desde el principio sentirse atraída por el padre de su mejor amiga, un hombre tan mayor pero tan interesante. Lo que podría haber sido un amor, tampoco muy original, derivó en una buena amistad, una de esas amistades imposibles.
Él se había acostumbrado a su compañía, y desde que murió su hija había visto en ella su sustituto. Pero la chica siempre vio en él al amante maduro que la suerte le negaba.
Ahora iban camino a su restaurante favorito. El BMW rodaba fácilmente por una carretera tachonada de gravilla. Hablaban de música, como hacía muy a menudo, música clásica, y de los libros que iban leyendo en aquellas vacaciones. Él había leído mucho en su juventud, sin contar con los difíciles temas de su oposición a diplomático. Pero se cansó de leer.
-Estudiar es leer –decía-, pero mucho peor.
Desde que se divorció de su mujer, para mitigar su soledad –nunca pensó que la echaría de menos-, había vuelto a la lectura, con fuerza e ilusión.
Ella le mantenía la conversación, con esa admiración que ponen los jóvenes, algunos jóvenes, por los viejos, por algunos viejos.
Estaban ahora comentando las noticias que acababan de escuchar en la radio, cuando el BMW, sin un ruido, perdió la marcha y se fue deteniendo, lentamente. Tras poner cara de sorpresa, “¿qué pasa aquí?”, Roberto Mendaña fue echando el coche a la cuneta.
Roberto y Mercedes se habían quedado tirados en una carretera muy secundaria a una hora que no frecuentaba nadie. No iban pronto. La gente ya estaba cenando y sabe Dios cuándo pasaría el primer coche. Igual tenían que esperar horas. Los móviles daban cobertura cero.
–Bueno, aquí estamos… -dijo él.
No tenía ni idea de mecánica, ni se molestó en abrir el capó.
-Querida –volvió a hablar-, espero que tengas algo que contarme. Ésta es tu noche.



Eduardo Martínez-Rico

lunes, 14 de diciembre de 2009

Alfonso Merlos y el Cid

Esta mañana he estado en la presentación del libro de mi compañero Alfonso Merlos, "El islamismo como amenaza ideológica a las sociedades abiertas europeas", organizado por la Fundación Iberoamérica Europa en la Asociación Nacional de Prensa. Ha resultado un acto muy interesante, aunque a veces pienso que si tan difícil resulta ponernos de acuerdo los expertos, mucho más lo será hacerlo con los árabes, musulmanes, etc. Pero nosotros hablamos y escuchamos, nos escuchamos mutuamente, lo cual ya es un verdadero ejemplo. También tengo muchos amigos árabes a los que escucho y me escuchan. Estos amigos míos siempre dicen que ellos son los primeros perjudicados con las actitudes de los violentos, de los islamistas.
Estoy leyendo, con mucha atención, el libro de mi compañero Alfonso. Mientras lo leo, voy a recuperar un artículo sobre "El Cid y la Alianza de Civilizaciones", que publiqué hace meses en la revista "Diplomacia". Esta mañana se habló mucho de la Alianza de Civilizaciones, y me parece interesante ofrecer lo que hubiera hecho hoy el Cid ante esta situación. Conozco bien al personaje porque he escrito una novela y muchos artículos sobre él. Estuve años investigándolo.


EL CID Y LA ALIANZA DE CIVILIZACIONES



Hace algún tiempo Alfonso Basallo publicó un artículo en La Nación con el siguiente título: “¿Qué hará con el Cid la Alianza de Civilizaciones?”. La percha era la publicación de mi novela Cid Campeador, y el artículo explicaba cómo era mi libro y hacía un breve recorrido por la tradición cidiana. Al final del texto Basallo recogía el guante del título con esta frase: “Imagínense ustedes qué harán con el pobre Rodrigo Díaz de Vivar en el siglo del buenismo y la Alianza de Civilizaciones. No quiero ni pensarlo.”
Estoy seguro de que muchos lectores de La Nación leyeron el artículo sólo por el título, aunque en ese tema Basallo, quizá por el momento, prefirió no entrar. Pero yo sí deseo entrar porque me parece interesante, aunque aún es más interesante no lo que nuestro siglo haga con el Cid, sino lo que había en el Cid de Alianza de Civilizaciones. Y lo que no había.
El Cid está lleno de brumas. Su historia está hecha de muchos hechos, pero gran parte son leyendas. Sabemos muy poco sobre el Cid, y la persona que más lo estudió, Ramón Menéndez Pidal, hizo una reconstrucción que puede ser muy discutible. El Cid es un puzzle con muy pocas piezas auténticas, y muchas otras que se las hemos puesto nosotros para tener un retrato comprensible.
Pero sí sabemos muchos detalles. Rodrigo Díaz de Vivar era un vasallo brillante de Alfonso VI, pero con un carácter impetuoso e independiente. Además, las relaciones entre Alfonso VI y el Cid dejaban mucho que desear, porque había una sospecha sobre el rey castellano de haber matado a su hermano Sancho, el verdadero señor del Cid.
A Rodrigo no lo querían en León porque había pertenecido al bando enemigo y, más importante, por haber demostrado un talento mucho mayor que el de la camarilla de Alfonso VI.
Al Cid lo destierran dos veces, y tiene que ir a tierra de moros para ganarse la vida. Esto ha sido muy discutido por algunos historiadores, sobre todo el holandés Dozy, que le llama mercenario; pero ¿cómo si no iba a ganarse la vida un soldado como él? El Cid se las arregla para poder ser general en jefe del rey moro de Zaragoza sin tener que luchar con el que sigue considerando su señor, Alfonso VI: “Con el rey no quiero yo lidiar”. Y ésa va a ser la tónica general de Rodrigo con los moros: pactar, prestar servicios, luchar, defenderlos… siempre que eso no entre en conflicto con su señor natural.
Estamos en el siglo XI, gran época de transformaciones en España. Los cristianos deciden abandonar sus pugnas y avanzar en la Reconquista. Los Reinos de Taifas, muy refinados culturalmente, eran débiles política y militarmente. Por eso deciden unirse y llamar a los almorávides, comandados por el héroe Ben Yúsuf, que habían conquistado todo el Norte de África en muy poco tiempo. Esto significa el final de su forma de vida, porque los almorávides tenían una observancia muy rígida del Islam, mientras que los moros españoles estaban muy relajados. Los almorávides eran invencibles, y Rodrigo fue el único que pudo vencerlos.
Vivimos en un tiempo en el que unos radicales, con su terrorismo, han puesto en jaque el mundo occidental. Muchos musulmanes moderados, millones y millones, se sienten perjudicados por estos radicales. Hoy el Cid hubiera sido amigo de ellos, les hubiera ayudado, hubiera pactado y construido proyectos, pero nunca hubiera dejado que esa amistad entrara en conflicto con sus raíces religiosas y políticas. El terreno en el que Rodrigo estaba más dispuesto a la mezcla y confluencia era el cultural, porque admiraba la cultura árabe. Muchos moros fueron con él mucho más nobles y atentos, mucho más amigos, que Alfonso VI y su camarilla, pero el Cid tenía miras muy amplias, y dentro de su proyecto contaba siempre con el rey castellano, tan influido por mediocres.
El Cid dialogó con los moros, pero castigó a los radicales y belicistas, sin dejar de respetar a su oponente el almorávide Ben Yúsuf, el único hombre en esta historia que estaba a su altura.


Eduardo Martínez-Rico
Autor de la novela Cid Campeador (Imágica)

domingo, 13 de diciembre de 2009

La entrevista IV


Insisto, para hacer una entrevista hay un consejo fundamental que es el de escuchar. A escuchar se aprende, la práctica ayuda mucho. Si sabemos escuchar, aunque no sepamos nada del tema, con ser un poco hábil en la conversación, podemos sacar una buena entrevista. El entrevistador dirige la entrevista, pero quien la hace es el entrevistado. Él es el que sabe, él es el que interesa a los lectores y a nuestro director, él es el que va a aportar lo más importante.

Siempre hay que tener en cuenta que hacer una entrevista es un privilegio. ¿Por qué? Las personas a las que entrevistamos suelen ser personas muy señaladas por sus méritos profesionales o humanos. Mucha gente querría estar en nuestro lugar, hablando con calma con una personalidad tan atractiva.

El periodista se convierte en un representante de la sociedad, de los lectores, y por lo tanto hay que actuar con toda responsabilidad. Una entrevista es un servicio público, y hay que esforzarse por hacerlo lo mejor posible. Claro que cualquier tipo de periodismo es un servicio público.


Análisis entrevista de Joaquín Soler Serrano con Octavio Paz, programa A fondo.



Ya el nombre del programa lo decía todo, porque la entrevista a fondo es un tipo de entrevista, la más exigente y la más lucida si se sabe hacer bien.

Viendo la entrevista hay que fijarse en:

-La preparación que hace el entrevistador y su equipo sobre el entrevistado. Conoce toda su vida y toda su obra, y la entrevista avanza en orden cronológico profundizando en ideas, anécdotas, libros, amigos del entrevistado, otros personajes…

-La actitud del entrevistador: J. S. Serrano está completamente relajado, para él es una conversación, no una conversación más, pero sí tranquila; no le supone ninguna tensión. Se ve que domina el medio del programa, la televisión, y el género de la entrevista. Tiende delante una gran personalidad de la Cultura pero no se achica. Eso sí, su actitud es de respeto y, mucho más que eso, de admiración. No son raras las expresiones encomiásticas. Hay que tener en cuenta que los personajes que entrevista son de primera línea, y que estos elogios, aunque puedan parecer desmedidos, no son tales teniendo en cuenta a quien van dirigidos. Borges, Cortázar, Dalí, entre muchos otros, han ido a su programa, la crème de la crème.

J.S. Serrano sabe conseguir que el personaje se encuentre cómodo y que hable con naturalidad. No hay preguntas forzadas ni tampoco respuestas forzadas. Es una entrevista amable, sin ningún ánimo de atacar ni tampoco de sacar a relucir algo que le resulte incómodo al personaje.

-El escenario es muy sencillo: en una silla se sienta J.S. Serrano, en la otra Octavio Paz, que viste más vistoso, con pantalón blanco y chaqueta azul. En una mesa están sus obras, que serán comentadas a lo largo del programa.

El género de la entrevista es muy rentable, porque cuesta muy poco dinero hacerlo, en general, y produce muchos beneficios.

-Las respuestas de Octavio Paz son profundas y meditadas, no para salir del paso. El programa da pie a que el entrevistado suba el nivel. Es gente no sólo muy buena sino con mucha trayectoria detrás, con mucha experiencia. Las respuestas de Paz sobre la actualidad política de México merecen la pena.

sábado, 12 de diciembre de 2009

Nuestro país III

España es un rompecabezas. Tenemos que convertir nuestro país en un pueblo.

Querida mía


Querida mía,



Tanto tiempo sin escribirte que parece que no ha pasado ni una hora sin pensar en ti. Ya llega la Navidad, los regalos, los constipados están con nosotros y se avecina el próximo viaje. Pronto te dejaré. En la puerta dejaré esta carta y tú tendrás que explicarles a los niños, una vez más, por qué su padre no para quieto, no para de venir y de volver, de marchar cuando todos los padres les toman la lección.
Ya te dije cuando nos hicimos novios que no era un hombre normal, y que mi vida no sería normal en absoluto. Siempre con el corazón en un sitio y el cuerpo en mil lugares, esperando encontrarte en el siguiente aeropuerto, y nunca encontrándote.
Siempre te veo en los ojos de todas las mujeres que me encuentro en el mundo. En sus palabras, en sus ideas, en cómo ven el mundo. En sus perfumes, hasta en sus ambiciones las veo. Siempre te veo en todos los anuncios de las Ópticas, cuando sacan a una de esas ejecutivas con su ordenador y sus finas y transparentes, preciosas, gafas. Te veo en las mujeres que se bañan en la playa, lejano Oriente, te veo hasta en las tenderas de los zocos, en lo más hondo del mundo conocido.
Te dejo esta carta, más por seguir una costumbre que otra cosa, porque siempre te tengo en mente, y estamos permanentemente en contacto con los móviles, Internet y todo lo demás. Cierro los ojos al hablar contigo, luego los abro, y mi imaginación te dibuja tal como eres, tal como me dejaste la última vez que nos vimos, al acostarme. Nunca te despierto antes de irme en todos los viajes, y nunca lo haré, porque me gusta tener de ti la última imagen.
Querida mí, no me eches de menos. Siempre regreso. Nunca dejaré de volver porque tú eres para mí como un imán, y no se puede luchar contra los imanes. En principio… Yo nunca lo haría.
Diles a los niños esta mañana, cuando se despierten, que su padre está lejos pero que los ama y los cuida desde lo lejos. No hace falta estar siempre cerca de ellos para educarlos, y mi pensamiento está siempre con ellos. También sus palabras y sus imágenes que me inspiran cuando escribo.
Diles que papá tiene que viajar tanto porque así lo decidió él, el destino y el trabajo que eligió. Diles que cuando les pregunten en el colegio a que se dedica su padre sólo digan: “Es escritor”. Y que cuando les pregunten “¿Qué es eso?” ellos tienen que responder que no lo saben, porque el oficio de su padre no se puede definir con palabras. Simplemente es un hombre que crea sueños, y que antes de escribirlos tiene que vivirlos, otros.
Querida mía, te llamaré desde el aeropuerto.
Hasta la vuelta, preciosa.



Eduardo


viernes, 11 de diciembre de 2009

Famosos

Esta columna la publiqué el lunes en "El Norte de Castilla":



Una de las cosas buenas que tiene el periodismo es que conoces gente interesante. Tampoco conozco a tanta gente famosa, pero me dicen mis amigos que para tener 33 años, periodista y todo, conozco a mucha gente. Famoso no significa interesante, pero los famosos que yo conozco son todos interesantes; es más, los conozco porque son interesantes. El periodista debe buscar lo que le interesa a la gente, y al final acaba convirtiéndose en una especie de médium del público, ofreciéndole incluso lo que no sabe que le va a gustar.
Uno busca a la gente que aporta algo, y si le dejan, la conoce, le hace una entrevista, escribe una columna sobre estas personas… He estado reflexionando buscando puntos en común entre los famosos que conozco. Sobre todo conozco a escritores, pero también a filósofos, a algún actor, a un arqueólogo, a sabios profesores, y, claro, a muchos periodistas. Cada vez me voy abriendo más. A quienes no conozco, todavía, es a modelos o toreros, deportistas de élite, etc. Todavía. Porque me interesan.
Yo creo que esta gente tiene muy interiorizada su propia valía. En general les ha costado mucho llegar adonde están. Suelen ser personas de fuerte vocación que han hecho muchos sacrificios para triunfar en su profesión, guiados sobre todo por el placer que les proporcionaba, más que por la ambición. Aunque ambición, poca o mucha, tienen todos, pienso yo.
La ambición tiene muy mala prensa, pero es como la zanahoria que se le pone a la liebre para que corra. Si nosotros no vemos adonde queremos llegar, adonde podemos llegar, será difícil que lleguemos. Si no estamos dispuestos a hacer los esfuerzos necesarios tampoco lo lograremos. Muchas veces se trata más de trabajo que de talento, aunque algo hay que tener. Beethoven decía que el genio se componía de 3 % de talento y el resto de trabajo duro. No conozco a ningún gran profesional que no sea un gran trabajador, y todos los famosos –qué mal suena esto- que conozco son grandes trabajadores, de una manera u otra. Hay muchas formas de trabajar.
Luego esta gente es muy orgullosa; hay que tener cuidado al hablar con ellos. Han conquistado una poderosa autoridad. Los éxitos, incluso los errores, les han dado la razón, y se han ganado el lugar que ocupan en la sociedad. No se les puede decir cualquier cosa, hay que decirlo con cuidado. Pero si uno está seguro del mensaje que se les debe transmitir, si uno, por ejemplo, como espectador exterior e informado, nota que hacen algo mal, se les debe decir. La gente inteligente, y suelen ser muy inteligentes, toma nota de lo que se les dice, de lo bueno y de lo malo, por igual, y aunque se enfaden en un primer momento te pueden hacer caso y rectificar. De la excelencia a una mayor excelencia a lo mejor sólo le separa la distancia de un buen consejo. La naturaleza humana es imperfecta pero, si la controlamos, tiende a la perfección.

Berta y el dragón


El dragón era morado con las escamas blancas. Por las noches yo le dejaba la puerta de la cocina abierta para que pudiera hablar con Berta, mi perra. Se bebía toda la leche que compraba mi madre, y por las mañanas mi madre decía: “Pero ¿quién toma tanta leche?”
Berta y el dragón eran muy amigos. Pero no se podían comunicar. El dragón no sabía hablar, aunque sabía escribir, y llevaba un cuaderno con un bolígrafo para decir lo que quería decir. Pero Berta no sabía leer, y entonces se comunicaban con la mirada, con gestos de la cara y de las patas.
El dragón entraba en la cocina y se le quedaba medio cuerpo fuera, en el patio. Tan grande era.
Se llevaba a Berta a dar paseos por el cielo, volando. Berta se sujetaba como podía en la grupa del dragón, y las orejas de Cocker Spanniel se le echaban hacia atrás, por la velocidad.
Iban al País de los Lagos y hacían piruetas en el aire. También iban al planeta de donde era el dragón, y volaban por encima de volcanes al lado de cientos de dragones. Cuando iban al planeta del dragón salían de la atmósfera de la Tierra, y Berta tenía que cerrar los ojos, atravesar el vértigo, y fuuuuuuf… entrar en otra dimensión, el planeta de los dragones.
Al dragón sólo lo vemos Berta y yo. Le hablo de él a mis sobrinos Pablo, Gabriel y Carolina. Cuando mis sobrinos le hablan a mi madre del dragón, les dice que eso es mentira: “Pero ¿cómo podéis creer que existen los dragones?”
Yo no tengo ni que cerrar los ojos para verlo, extendido en el suelo de la cocina, sacando la pata por la puerta, medio cuerpo en el patio. Una vez me escribió esto en su cuaderno: “Estoy muy solo, quiero ser vuestro amigo.”


Eduardo Martínez-Rico

jueves, 10 de diciembre de 2009

Las alas y el chaleco


Has alcanzado una impasibilidad razonable que sin embargo no te ha hecho insensible. Una coraza interior, muy metafórica y muy real, flexible, te cubre, peto y espaldar. Te cuesta cumplir y piensas en lo grande. Lo grande eres tú, tu trabajo, tu circunstancia y el amor que te rodea. Eres mejor porque no has olvidado nada de tu vida, tienes los pies en el suelo y vives para el futuro.
Estás deseando salir a correr y luego ponerte a escribir, leer, escribir, lento camino hacia la cama.
Te ducharás y pensarás en palabras e imágenes, un cuento, una idea, una página. Has comprendido que ningún error tuyo será peor que el peor error de un hombre bueno.
Tratas de no contaminarte, de permanecer sereno y fuere sin ser nunca un hijo de puta. Pero la vida nos da motivos a menudo para mostrar los colmillos, para ser lo más sobrios posibles pero sin dejar de ser nosotros mismos.
He descubierto, he recordado, que tengo una personalidad mucho más expansiva, simpática y bromista de lo que creía, porque lo había olvidado, pero así fui yo muchos años de mi vida.
La gracia constante, cuando me llamaban el “chico del mes” porque no duraba con ninguna más de un mes. Me acuerdo que a una la dejé justo el día que hacíamos un mes, con la importancia que tenía eso para nosotros en aquella época. Tenía 18 años y sólo pensaba en tres cosas: leer, escribir y ligar. Yo vine al mundo para crear sueños, sobre todo para ellas, pero esto también lo descubrí con el tiempo.
A veces sueñas con ese chico tan gran deportista, tan ligón y tan simpático, al que le decían –una vez te lo dijeron- que eras el más guapo del colegio –un colegio muy grande-, cuando eso todavía te importaba. Ahora ha vuelto a importarte, Ícaro, y tus alas ya no son de cera, sino de un metal nunca visto, interior y resistente, que tiene la flexibilidad de la poesía y la fuerza de la novela. Para la mala voluntad de los hombres, y es el perfecto aislante contra la carbonería. Estás forrado por dentro como lo estaban Ulises, que peleaba sin armadura, porque tenía la inteligencia y algo más, Aquiles porque estaba predestinado y Héctor, porque era el noble y el mejor hijo.
Es un chaleco antibalas metafórico que te has ganado tras 33 años de vida. A eso se le llama estar curtido.
Vive y escribe sin tregua, Ícaro, vuela a una altura razonable, controla tus mandos y no dejes de navegar. Lo importante es navegar.

Curar heridas

Sólo hay una manera de calmar nuestras heridas, y es hacer lo que nos da la vida. Podemos incluso curarlas.
Y trascenderlas.

miércoles, 9 de diciembre de 2009

Nuestro país II

España estaba en estado de shock, pero ya está despertando.

Leer

LEER




Leer es contrastar nuestro mundo con el del autor, trascendernos y trascenderlo. Contrastar y elevar nuestras ideas, inquietudes, anhelos, con los del autor. Leer anima a hablar y a escribir. Leer hace pensar. Un buen libro llama al diálogo; pero los que dan sentido a un libro son el autor y el lector. Si los dos son buenos la explosión es grande. El lector se convierte en escritor, sin dejar de ser lector, cuando siente una necesidad irreprimible de colaborar en la construcción de una obra muy antigua, llena de futuro. El libro de un escritor puede parecer muy individual, pero es es una obra colectiva. El libro está lleno de ecos, de inspiraciones, de material recogido aquí y allí. Todo lo que acaba haciendo el hombre acaba siendo colectivo, aunque sea el delantero el que meta el gol. Pero todos tenemos la oportunidad de meter goles en nuestra vida.


E.M.R.

martes, 8 de diciembre de 2009

Juan Goytisolo: "Son los escritores los que honran a los premios"

Hace dos años publiqué esta entrevista en Capital. La recupero ahora porque estoy desarrollando con mis alumnos de School of Communication de IE University el tema de la entrevista. Fue un placer conocer a Juan Goytisolo, la primera vez que tengo la sensación de estar ante una "vaca sagrada" de la literatura. Lo que llaman "vaca sagrada".


Alineación al centro
“Son los escritores los que honran a los premios”


Entrevista a JUAN GOYTISOLO
Capital
Eduardo Martínez Rico




Juan Goytisolo es uno de los escritores españoles más prestigiosos. No sólo se ha limitado a escribir, sino que se ha convertido en una conciencia crítica de lo español fuera del mundo, y del mundo dentro de España. Ha viajado constantemente buscando alimentar sus obras de las culturas más lejanas, y ha denunciado los conflictos más importantes de los últimos años, desde sus libros y artículos, y como profesor y conferenciante.
Ahora ha publicado El exiliado de aquí y allá (Galaxia Gutenberg).


-¿Por qué le interesa la mezcla de culturas, el mestizaje literario?
-Porque la cultura es esto. No hay culturas homogéneas, puras. Una cultura es la mezcla de las influencias exteriores que ha recibido a lo largo de su Historia. ¿Qué es la cultura española? La cultura romana, la influencia visigoda, árabe, judía, francesa, ahora norteamericana… Todas las culturas están en contacto permanentemente con las otras, y cuanto más interés tengan por las otras es señal de buena salud. Las culturas que se encierran en sí mismas y se miran el ombligo entran en decadencia.
-¿Por qué en política no hay ese espíritu abierto que hay en cultura?
-Porque la cultura en principio debería ser algo desinteresado, y en la política siempre hay intereses, aunque también los haya en el mundo cultural. Lo que la humanidad debe a la cultura es una búsqueda desinteresada.
-Un enriquecimiento interior.
-Sí, pero esto también se da en el campo científico. Ahora hay científicos que trabajan sobre el calentamiento global en contra de los intereses generales; en cambio, hay otros que se ponen al servicio de las compañías. Siempre está el saber interesado y el saber desinteresado. Interesado por razones económicas, políticas, religiosas…
-Usted dice mucho que se considera un emigrante.
-Sí, yo salí de España en el año 56, y en el tren en el que viajaba era el único emigrante del grupo, porque era un emigrante cultural y político, mientras que los demás eran sobre todo de la región de Valencia, debido a la helada de la naranja, y el tren estaba lleno de emigrantes. Empecé a escribir sobre la inmigración española, en Francia, a fines de los cincuenta, principios de los sesenta. Publiqué en el exilio unas biografías de emigrados.
-Ése es el concepto de cultura que acaba de decir.
-Yo vivía en París donde los franceses eran una población más. Mi barrio era judío y armenio, con una pequeña población magrebí. Luego llegaron oleadas yugoslavas cuando no existía Yugoslavia… después del golpe de Estado de Turquía del año 80, llegaron masivamente los turcos, luego los paquistaníes, los de Bangladesh… Lo más interesante es que en este barrio había árabes y judíos, pakistaníes e hindús, turcos y armenios… países en conflicto. Y en este barrio jamás hubo el menor incidente, precisamente porque era un barrio multiétnico.
-Durante muchos años la literatura española fue conocida en el exterior por su obra…
-Ahora son muchos más traducidos los éxitos de ventas. Ahora prima el campeón de ventas. Yo hice lo posible por dar a conocer la literatura española fuera de España. Con una novela, Tiempo de silencio, de Martín Santos, se me adelantó otro editor y lo lamenté muchísimo. Cuando lo leí acababan de firmar el contrato.
-Alguna vez ha dicho que libros suyos del pasado hoy no serían publicados.
-Yo lo que digo es que en las actuales circunstancias si firmo Perico de los Palotes, y envío Reivindicación del conde don Julián, seguro que no me lo cogen.
-¿Y éste último, El exiliado de aquí y allá?
-Alguien que tenga el sentido del humor… disfrutará mucho con este libro. Si alguien no lo tiene que lo deje, que no intente leerlo.
-Es una novela… muy rara.
-Me parece muy bien, es un elogio. No hay que olvidar que Cervantes se definía a sí mismo como raro inventor. Son las anomalías las que crean la literatura. Si uno entra en agrupaciones generacionales verá más de lo mismo. Yo desde el Don Julián hago en cada novela una propuesta distinta. No cambio de tema, cambio de propuesta, que es muy distinto.
-En El exiliado de aquí y allá hay humor, sí, pero es una visión terrible.
-Cuando uno ha tenido una experiencia como la mía tiene esa visión del mundo.
-¿Cuál es esa visión?
-Que vivimos atrapados entre el consumismo desenfrenado y el terror. El terror se convierte en una mercancía más: vivimos controlados, vigilados, etc. Esto supone una técnica, una industria y una inversión de capital extraordinaria. Ésa es la realidad. Por otra parte hay otra cosa: vivimos en la sociedad del espectáculo. En las elecciones norteamericanas las ideas cuentan poco; lo que cuenta es la intimidad, ver a Mc Cain y a Obama confesándose con un pastor evangelista y diciendo: “Sí, yo fumé marihuana cuando tenía diecisiete años, yo me porté mal con mi primera esposa…” Esta invasión nauseabunda de la intimidad en el espacio público.
-¿Lo que nos está pasando con el mundo árabe es nuevo o viene de muy atrás?
-Hay que tener en cuenta que el Islam ha ocupado siempre un puesto central de enfrentamiento con Europa. Primero con los árabes, luego con los otomanos… De hecho parecía que Europa estaba rodeada del mundo islámico. Lo curioso es que cuando Cristóbal Colón descubrió América se llevó consigo un traductor árabe. Imaginaban que si descubría nuevas tierras allí estarían los árabes. Pero el traductor se dirigió a los indios y no se enteraban de nada. Europa acabó con el mundo árabe, ocupó con el colonialismo todo un espacio, y durante la Guerra Fría el enemigo fue el comunismo; con la caída del comunismo volvió a reaparecer el Islam como posible enemigo.
-En De la Ceca a la Meca dice, por ejemplo, que vivimos muy condicionados por las películas, por la versión virtual de la realidad.
-Desgraciadamente lo que se ve en un país se aplica a otro. En Crónicas sarracenas decía: “Desde nuestro punto de vista etnocéntrico todos los orientales son pardos.” Como los gatos. En De la Ceca a la Meca trataba de reflejar la diversidad, las situaciones de este ámbito del Islam.
-¿Y para ellos, para los musulmanes, nosotros somos también pardos?
-Hay menos curiosidad. Es algo distinto porque a veces el rasgo más interesante de la cultura europea ha sido su interés por otras culturas. En cambio, la cultura árabe, que los tres primeros siglos tuvo una curiosidad enorme se apoderó vorazmente de las otras culturas, las incorporó a su propio saber… En los tres primeros siglos del Islam se apropiaron de la filosofía griega, de todo el saber del Próximo Oriente, hasta llegar a Toledo… que fue lo mejor de Al Ándalus. Luego cuando empezaron a buscar la pureza religiosa la cultura se devaluó. En España pasó algo parecido por cuestiones de nacionalismo; el discurso patriótico, la religión y la pureza de sangre… hicieron que a mediados del siglo XVII la cultura española prácticamente hubiese caído. Y no se recuperó, para ponerse a nivel europeo, hasta el final del siglo XIX.
-¿Qué puede hacer hoy un escritor para ayudar a esta situación?
-Desde el punto de vista pragmático yo escribo artículos, procurando ver las cosas con mis conocimientos, pero desde un punto de vista político pragmático. Ahora, en la creación ya no hay ninguna limitación. Este libro excluye cualquier corrección política, religiosa…; es la absoluta libertad que puede reírse, a partir de su experiencia, de lo que está ocurriendo. La libertad total.
-Eso lo ha hecho siempre.
-Pero ahora con la experiencia de la década pasada en Bosnia, Chechenia y Argelia, allí viví la capacidad de monstruosidad que llevamos dentro.
-¿Qué queda de todos esos viajes? ¿Cuando uno ha viajado tanto por todo el mundo, qué le queda?
-El viaje para alguien curioso, que no viaja en turista, sino buscando el conocimiento… es una manera de informar de lo que está ocurriendo, pero al mismo tiempo esta experiencia produce luego un proyecto literario. Escribí el Cuaderno de Sarajevo, pero cuando volví a Sarajevo ya no pude escribir un segundo cuaderno, y fue convertir el concepto de asedio en el asedio al lector, al mismo tiempo que los extremistas serbios estaban asediando a la población. Es decir, pasé de un relato lo más fiel posible de lo que ocurría a una invención novelesca basada en la experiencia.
-Ha hablado algunas veces de las leyes del mercado, de los best-sellers, de cómo trabajan las editoriales. ¿Cómo consigue mantener a raya una editorial? Ahora usted es un escritor consagrado, pero ¿cómo lo ha conseguido toda su vida?
-Bueno, yo nunca he escrito para ganarme la vida, sino que he procurado ganarme la vida para poder escribir. Es algo completamente distinto. A los cuarenta años daba cursos en universidades americanas, y aquí doy conferencias y cursos que me permiten vivir dignamente. Si además gano algo con la escritura, pues muy bien, pero nunca he escrito para ganar dinero. Lo tengo clarísimo.
-Y eso te permite decir que no.
-Te permite escribir con entera libertad, y no en función de intentar agradar al público con un tema que cansa. No me interesa.
-Al fin y al cabo el público es muy caprichoso.
-Lo peor que le puede ocurrir a un escritor es ponerse de moda; si se pone de moda pasa de moda. Esto lo tengo muy claro, y he visto cómo los que triunfaban se olvidaban. Me han interesado siempre los autores que no han buscado tener un gran número de lectores, sino tener un mayor número de relectores.
-¿Le preocupa la posteridad?
-¿Se leerá dentro de un siglo? No estoy seguro de nada.
-¿Cómo se mantiene un escritor al margen del poder?
-Rehuyendo el poder y los honores. Cuando me han ofrecido cualquier cosa honorífica, si alguna vez me han dado algunos premios… doctorados honoris causa, los he rechazado. Rotundamente. Rechacé la Legión de Honor, porque dije que todos los oficiales franceses que mataron argelinos, vietnamitas, malgaches, todos tienen la Legión de Honor, y su honor no es mi honor. Lo tengo clarísimo.
-Y si le dieran el Cervantes, ¿diría que no?
-No son los premios los que honran a los escritores, sino los escritores los que honran a los premios. Sánchez Ferlosio no fue honrado con el Cervantes, ni el Cervantes fue honrado por Sánchez Ferlosio.
-Pero no me contesta.
-La respuesta está ahí.

lunes, 7 de diciembre de 2009

Homero y el cine

Homero inventó el cine.


E.M.R.

La entrevista III

El género de la entrevista tiene pocos secretos, pero muy importantes:

-Hay que saber escuchar, no interrumpir al entrevistado salvo en casos muy excepcionales. Todo lo que sale de la boca del entrevistado es valioso, y él es el experto y la persona relevante, no nosotros, por tanto él es el que debe hablar y nosotros escuchar. Pero nosotros dirigimos la conversación, y esto es muy importante, porque si lo hacemos bien, los puntos que toquemos serán los que queríamos que se tocaran.
Yo recomiendo, aparte de hacer el cuestionario, escribir esos puntos fundamentales que deben salir en la conversación.
-Hay que ser educado y agradable. Por supuesto no hay que ser impertinente ni ir en contra del entrevistado. No hay que halagarlo pero tampoco denigrarlo. Su personalidad, sus ideas… si hacemos bien la entrevista, saldrán solas.
No hay que halagarlo ni denigrarlo, pero en el caso de entrevistas a personajes consagrados, reconocidos por todos, muy prestigiosos, la conversación y la introducción que hagamos pueden ser muy positivas. El periodismo debe informar fielmente, trasladar al lector la realidad, lo que vemos y oímos, y seleccionar lo más interesante para el lector. Cuando el personaje es de gran categoría sus logros y su inteligencia saltan a la vista.
Cuando yo escribí esas entrevistas a fondo (Época) con grandes personalidades no era difícil que el tono “positivo”, muy positivo, destacara en la entrevista. Además, yo mismo elegía a los entrevistados, a casi todos, y elegía a los que me gustaban.
Pero también, en ocasiones, se puede ser duro. Esto depende mucho del entrevistado. Me acuerdo que la primera pregunta que le hice a Francisco Umbral para mi libro Umbral: vida, obra y pecados fue: “¿Eres consciente, Paco, de que para mucha gente tienes fama de duro, conflictivo, antipático y crees que has hecho méritos para ganarte esa fama?”
En el fondo es lo que pensaba de Umbral casi toda la población española, al margen de los que sabían, o sabíamos, que era un gran escritor.

-Cuando tengamos que transcribir la entrevista, hay que ser ordenado con las preguntas y respuestas. No hay porqué respetar el orden de la conversación, sino que podemos dar un orden más acorde con nuestros intereses periodísticos. Conviene, por ejemplo, empezar a buen ritmo con una buena pregunta, y acabar con otra impactante. Pero para esto nos será de gran ayuda la elaboración final, la escritura, donde podemos ordenar todo según beneficie a la calidad de la entrevista.
Una entrevista es un artículo, y como ocurre con cualquier otro artículo, una columna por ejemplo, tiene unas leyes básicas: debe tener un buen principio y un buen final, calidad de escritura, del tipo de escritura que necesite, buena documentación, es decir, que diga algo. La “calidad de página”, que diría Lázaro Carreter, depende y oscila según lo que nos propongamos y seamos capaces de hacer: más literatura o más periodismo. Pero el periodismo y literatura son dos círculos que se superponen unos a otros y que tienen una zona común.

-Con frecuencia nos sobra material, no podemos meterlo porque no nos entra todo. Hay que seleccionar muy bien lo que vamos a escribir, poner lo que queremos que el lector lea, lo que mejor defina al personaje, lo más brillante. A veces de una sola conversación sale material para dos entrevistas. Pero mejor que sobre que falte, por eso yo recomiendo hacer entrevistas largas y grabar lo más posible, teniendo en cuenta el tiempo del entrevistado.
Hay que pensar que aunque no nos entre todo, todo lo que hemos hablado, escuchado, grabado, preparado pasa a formar parte de nuestro background. Todo sirve.
El futuro está lleno de artículos publicados mucho tiempo después de escritos, de entrevistas, de libros olvidados… Hay que tener paciencia y no dejar de trabajar.

-Muchas veces lo más difícil de una entrevista es conseguir que te la concedan. Para eso viene bien tener una buena agenda de contactos, o simplemente tener paciencia y trabajarla mucho. La mayor parte de los nombres de los entrevistados están en la guía de teléfonos; a partir de ahí hay que tener suerte. E intentarlo, porque si no lo intentamos seguro que no lo conseguimos. El no ya lo tenemos.

domingo, 6 de diciembre de 2009

¿Por qué nos gusta tanto el fútbol?

¿Por qué nos gusta tanto? A mí me gusta jugarlo, y no mucho, porque tengo otros deportes favoritos, pero disfruto jugándolo cuando puedo. Pero hay gente que no puede vivir sin fútbol, y sobre todo fútbol como espectador; hay gente para la que el fútbol es algo que forma parte de su vida, todos los días, algo que alimenta su pasión, su ilusión y sus ganas de vivir. Me atrevería a decir que hay mucha gente así.
Si no fuera este deporte, ¿sería otro? Yo pienso que sí, pero ¿por qué el fútbol, en tantos lugares del mundo, levanta esas pasiones?
El fútbol ayuda a vivir, y por eso tiene tanto éxito, por eso se llenan los estadios y por eso las estrellas cobran semejantes sumas de dinero.
El fútbol ha creado un universo alrededor suyo que alimenta el día a día de millones de personas. La prensa deportiva, los programas deportivos de televisión, los partidos de fútbol, el seguimiento que se hace a los jugadores, a las opiniones de los entrenadores. Es difícil entrar en un bar español en el que no se hable de fútbol, y las opiniones de la gente pueden llevar a la colisión entre unos y otros.
No sé por qué gusta tanto el fúbol. Es un deporte en apariencia sencillo… y eso es todo lo que puedo decir al respecto. No me parece un deporte de gran técnica, ni de gran arte, aunque confieso que me tengo que esforzar mucho para controlar el balón con los pies. Quizá la gente reconozca esa dificultad cuando lo sigue tanto.
A mí me gusta mucho hacer deporte, todos los días, siempre que puedo, pero me gusta mucho menos verlo, y menos saber todos los entresijos. Leo las noticias deportivas, por curiosidad, por estar más en el mundo. Soy una especie de extraterrestre en este país que disfruta tanto del fútbol. Pero soy capaz de comprenderlos.
El fútbol no sólo ayuda a vivir a mucha gente, sino que descansa, relaja, evade. Es una película que no se acaba nunca, porque detrás de un partido siempre viene otro, detrás de una temporada otra, detrás de un fichaje otro.
El deporte es un regalo que nos dieron los dioses para ser más felices, y para ser felices cuando todo parece estar en contra, pero el deporte nunca nos tiene que desviar de los problemas. La relajación es buena, el descanso, las vacaciones, el placer, pero detrás de la montaña, tan hermosa, que tenemos delante, nos espera la vida, tan compleja como siempre. La vida que no es fútbol.
Hace poco, en el hospital, mientras mi padre se recuperaba de una recaída de su corazón, me enteré –lo contó mi tío Carlos- que un seleccionador nacional y entrenador del Barcelona quiso hacer profesional a mi padre. No lo sabía; lo que sí sabía, porque siempre que voy a Puentedeume, mi pueblo, me lo dicen todos los de la generación de mi padre es que era buenísimo, centrocamista, si no recuerdo mal, extremo izquierdo, si no recuerdo mal.
Yo he jugado mucho al fútbol, con mis vecinos y luego con mi hermano Jose. La última vez que jugué al fútbol, aquí en casa, fue con Pedro Ruiz, que es una pequeña estrella y entrena con profesionales del Real Madrid. Es una máquina.
Si hay algo que me gusta del deporte son sus valores. Cómo enseña a luchar, pero también con elegancia, cómo enseña a respetar al rival, cómo enseña a competir, pero extendiendo una mano. Hay personas que no han entendido esto nunca, y deportistas famosos, pero ésa es la gran lección del deporte. Cómo nos podemos superar sin humillar a nuestro rival, incluso sin enfrentarnos con ningún rival.
De esto tiene que aprender la vida.



Eduardo Martínez-Rico