lunes, 7 de diciembre de 2009

La entrevista III

El género de la entrevista tiene pocos secretos, pero muy importantes:

-Hay que saber escuchar, no interrumpir al entrevistado salvo en casos muy excepcionales. Todo lo que sale de la boca del entrevistado es valioso, y él es el experto y la persona relevante, no nosotros, por tanto él es el que debe hablar y nosotros escuchar. Pero nosotros dirigimos la conversación, y esto es muy importante, porque si lo hacemos bien, los puntos que toquemos serán los que queríamos que se tocaran.
Yo recomiendo, aparte de hacer el cuestionario, escribir esos puntos fundamentales que deben salir en la conversación.
-Hay que ser educado y agradable. Por supuesto no hay que ser impertinente ni ir en contra del entrevistado. No hay que halagarlo pero tampoco denigrarlo. Su personalidad, sus ideas… si hacemos bien la entrevista, saldrán solas.
No hay que halagarlo ni denigrarlo, pero en el caso de entrevistas a personajes consagrados, reconocidos por todos, muy prestigiosos, la conversación y la introducción que hagamos pueden ser muy positivas. El periodismo debe informar fielmente, trasladar al lector la realidad, lo que vemos y oímos, y seleccionar lo más interesante para el lector. Cuando el personaje es de gran categoría sus logros y su inteligencia saltan a la vista.
Cuando yo escribí esas entrevistas a fondo (Época) con grandes personalidades no era difícil que el tono “positivo”, muy positivo, destacara en la entrevista. Además, yo mismo elegía a los entrevistados, a casi todos, y elegía a los que me gustaban.
Pero también, en ocasiones, se puede ser duro. Esto depende mucho del entrevistado. Me acuerdo que la primera pregunta que le hice a Francisco Umbral para mi libro Umbral: vida, obra y pecados fue: “¿Eres consciente, Paco, de que para mucha gente tienes fama de duro, conflictivo, antipático y crees que has hecho méritos para ganarte esa fama?”
En el fondo es lo que pensaba de Umbral casi toda la población española, al margen de los que sabían, o sabíamos, que era un gran escritor.

-Cuando tengamos que transcribir la entrevista, hay que ser ordenado con las preguntas y respuestas. No hay porqué respetar el orden de la conversación, sino que podemos dar un orden más acorde con nuestros intereses periodísticos. Conviene, por ejemplo, empezar a buen ritmo con una buena pregunta, y acabar con otra impactante. Pero para esto nos será de gran ayuda la elaboración final, la escritura, donde podemos ordenar todo según beneficie a la calidad de la entrevista.
Una entrevista es un artículo, y como ocurre con cualquier otro artículo, una columna por ejemplo, tiene unas leyes básicas: debe tener un buen principio y un buen final, calidad de escritura, del tipo de escritura que necesite, buena documentación, es decir, que diga algo. La “calidad de página”, que diría Lázaro Carreter, depende y oscila según lo que nos propongamos y seamos capaces de hacer: más literatura o más periodismo. Pero el periodismo y literatura son dos círculos que se superponen unos a otros y que tienen una zona común.

-Con frecuencia nos sobra material, no podemos meterlo porque no nos entra todo. Hay que seleccionar muy bien lo que vamos a escribir, poner lo que queremos que el lector lea, lo que mejor defina al personaje, lo más brillante. A veces de una sola conversación sale material para dos entrevistas. Pero mejor que sobre que falte, por eso yo recomiendo hacer entrevistas largas y grabar lo más posible, teniendo en cuenta el tiempo del entrevistado.
Hay que pensar que aunque no nos entre todo, todo lo que hemos hablado, escuchado, grabado, preparado pasa a formar parte de nuestro background. Todo sirve.
El futuro está lleno de artículos publicados mucho tiempo después de escritos, de entrevistas, de libros olvidados… Hay que tener paciencia y no dejar de trabajar.

-Muchas veces lo más difícil de una entrevista es conseguir que te la concedan. Para eso viene bien tener una buena agenda de contactos, o simplemente tener paciencia y trabajarla mucho. La mayor parte de los nombres de los entrevistados están en la guía de teléfonos; a partir de ahí hay que tener suerte. E intentarlo, porque si no lo intentamos seguro que no lo conseguimos. El no ya lo tenemos.

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