jueves, 3 de diciembre de 2009

Amazonas

Para Pilar Jericó e Indiana Jones


Cuando lo vio por primera vez no pudo imaginar lo que era. Primero lo oyó… En plena noche un ruido le despertó, un zumbido muy fuerte y constante, no muy cerca del poblado. Inquieto, pero con curiosidad, se acercó al lugar de donde venía el ruido. Entonces los vió; unos hombres como él, aunque con mucha más tela encima del cuerpo, y algunos con pelos en la cara, se asomaban a una especie de pájaro que se levantaba sobre los aires.
Pensó si no vendrían a robarles las mujeres, o nuestras piedras sagradas, pero al cabo de un rato el pájaro se elevó y desaparecieron aquellos hombres.
¿Qué debía hacer? ¿Contarlo a los sabios de la tribu para que estuvieran preparados, o simplemente no decir nada, no alarmarlos y ver qué ocurría? Lo normal es que aquellos hombres no volvieran nunca. A él no le habían visto, y tampoco habían visto nada importante. Pero ¿qué buscaban? Depende de lo que buscaran una cosa podía tener importancia o no. Desde luego no se les veía lanzas ni la actitud parecía amenazadora, pero era una presencia extraña… y aquel pájaro gigante de graznidos insoportables era verdaderamente amenazador.
Por eso decidió transmitir su descubrimiento al consejo de sabios, y éste creyó que lo mejor era no hacer nada, esperar a ver qué pasaba, pero estando muy pendientes de lo que pudiera pasar. Así lo dijo, prácticamente con esas palabras, el gran jefe de los sabios.
Al cabo de unas semanas el gran pájaro volvió, pero esta vez de día y casi la tribu entera lanzó las lanzas al aparato volador. Ellos no podían saber que aquel aparato se llamaba helicóptero, que llevaban un grupo de investigadores brasileños que exploraban el Amazonas, y que ellos constituían una tribu desconocida, cuando ya parecía que el globo entero estaba descubierto y nada nuevo podía encontrarse en el mundo.


Eduardo Martínez-Rico

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