domingo, 20 de diciembre de 2009

Mio Cid, el mito y la política

Los mitos son figuras representativas, difusas, modélicas. Su origen es histórico y son obra del pueblo, que las recrea y evoluciona hacia el futuro. La Historia nos demuestra, cuando es fiable, más o menos fiable, hasta qué punto los mitos tienen orígenes interesantes, con todas las limitaciones de los sujetos reales que los inspiraron. Esto se ha visto, recientemente, con los Kennedy, en Bobby, una magnífica película sobre Robert Kennedy, y se ve, por supuesto, en nuestro héroe nacional: Rodrigo Díaz de Vivar, el Cid Campeador.
Pero a mí me llama la atención un trasfondo, una posible relación, un viajar del pasado al futuro, nuestro presente… La historia del Cid, sus conflictos políticos con Alfonso VI y sus nobles, la convivencia de Rodrigo Díaz de Vivar con el pueblo que lo enaltece, o lo vitupera, y sus propios hombres, como un posible correlato de nuestro sistema político. ¿Tiene esto sentido?
El gran filólogo Alan Deyermond, hace poco, en una entrevista con Juan Cruz (El País Semanal), afirmaba que el Cid, hoy, sería presidente del gobierno. Y si lo miramos con calma esto tiene todo sentido. Por un lado Alfonso VI, aupado al trono por el dedo de Dios y por una serie de traiciones, ambiciones, asesinatos políticos, que todos, más o menos, conocemos. Por otro, Rodrigo, un noble del más bajo escalafón, hijo de las obras, y no de las genealogías, elegido por el pueblo y por sus propias acciones heroicas.
Aquí se juntarían, entonces, el monarca que lo es por designio divino y el héroe que encuentra el poder y el liderazgo de sus hombres, es decir, democráticamente, unidos hacia un objetivo común: aquella España que, como un puzzle de piezas móviles que quieren o se resisten a encajar, y la lucha contra los almorávides que han roto el statuo quo con los reyes de taifas.
Puestos a imaginar, quién ignora las tensiones entre un Aznar y un don Juan Carlos en continuos viajes, pactos, parlamentos. Quién ignora otras tensiones de otros reyes y otros presidentes a lo largo de la corta historia de la monarquía parlamentaria.



Eduardo Martínez Rico

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