martes, 30 de junio de 2009

Ella hasta el infinito

Ella es muy consciente de lo que es, de sus puntos fuertes y débiles, de su carácter, de lo que tiene que puede gustar más a los demás y lo que menos. Y a los hombres.
Es muy joven, 20 años. Tiene una barbilla prominente, fuerte, y facciones cuadradas. Sus ojos son verdes, pequeños, y tiene buenos pómulos. Tiene una cara bonita. Ahora en verano está muy morena, lo que resalta con su pelo rubio y su biquini blanco.
Yo le digo que está buenísima.
Hace esfuerzos por estudiar, pero le cuesta concentrarse. Tiene curiosidad por todo, y se le va la atención de un tema a otro, pero no tiene un cuerpo para parar quieta. Necesita moverse: nadar, correr, montar en moto, hacer submarinismo o recorrerse Europa.
Tiene un tipo maravilloso y, como es tan buena deportista, es fuerte. Tiene un tipo de modelo, pero también de atleta. Todo su cuerpo es fuerte, duro, ejercitado por la vida.
Le gusta hacer cine, pero se le estropeó la cámara y quiere comprarse una nueva, una digital más moderna; lo que pasa es que es muy cara y aún no se la puede comprar.
Es muy cariñosa. Te llama “Lobo”, “Lobito”, y “Encantadorísimo”, porque yo la llamo a ella “Encantadorísima”.
Nada ochenta largos a su piscina todos los días. Ella hasta el infinito…
Cuando la veo yendo hasta el final de la piscina, abriendo y cerrando las piernas, como un reloj, pienso en el infinito, corporeizado.
Es muy simpática, amable, pero es un espíritu libre, y eso debo tenerlo muy en cuenta. Se da entera, te llama, con esa voz que parece que siempre la están pillando los padres en algo, haciendo algo malo, es decir, hablando conmigo. Pero yo sé que la debo dejar volar, y que ella me hará el caso preciso, hasta ahora todo, pero hasta cuándo… O hasta cuándo la haré caso yo.
Siete días con ella.
Ella hasta el infinito.

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