jueves, 25 de junio de 2009

Destinados

Leí hace unos días en El Mundo un artículo de Sánchez Dragó sobre el destino, “Cita en Samarra”. Me gustó por ser un tipo de artículo que no se suele ver en los periódicos, mezclando la cultura con la ironía y la actualidad. Era muy duro y en él se daba por supuesto que toda nuestra vida está escrita, que no podemos hacer nada contra el hado.
El tema del destino es muy literario e interesante, y a todos se nos ha pasado por la cabeza la posibilidad de que nuestros actos estén sujetos a una voluntad divina. El origen puede ser inconcreto, y cada cultura puede señalar el suyo –Dragó pone ejemplos varios-, pero el resultado es el mismo. Estamos atados desde el nacimiento.
A mí también me atrajo el artículo porque comprendí que a uno le puede gustar una obra literaria, sin necesidad de estar de acuerdo con su autor. Siempre lo había oído, pero nunca había reparado en ello. Dragó lo ha conseguido. Muestra sus ideas, desarrolla sus argumentos, y uno no está de acuerdo con él, pero le gusta el estilo, la erudición y el sabor literario. Es más, siento que a Dragó a veces se le va la mano de la literatura, lo cual no es malo, y se deja llevar por la marea de lo que él cree que es más atrayente, para el lector o para el lector que es él mismo.
No me creo que Dragó crea que estamos predestinados desde que nacemos, y desde luego yo no lo pienso. Sí creo en unas inercias que nos condicionan según nuestra vida anterior, pero también en los golpes de timón, y en cómo podemos escaparnos de un destino, digamos, muy en minúsculas. También creo que hay circunstancias en la vida, por ejemplo económicas, que nos pueden llevar a hacer lo que no queríamos hacer. Pero al final lo que obtenemos de ello es un beneficio, y siempre hay tiempo para escapar.
Lo importante es no dejar de ser como somos, y no dejar de hacer, aunque sea en menores dosis, lo que da sentido a nuestra vida. Además, igual que creo que somos dueños de nuestro destino, hasta cierto punto, porque las circunstancias también juegan, pienso que hay que ser fuerte manejando el timón de nuestra vida. No entrar en donde no queremos entrar sin meditarlo mucho, y ateniéndonos a las consecuencias, y prestos a dar un volantazo si es necesario.
Sí, la idea del destino es muy atractiva, y por supuesto muy literaria. Dragó se centraba en su artículo en el destino negativo, y ponía como ejemplo el de una mujer que se salvó de un accidente aéreo, para luego perecer con su marido, días después, en un accidente de tráfico. Pero también hay un destino positivo del que no habla en todas las citas literarias y religiosas que hace: la del destino que lleva a algunas personas a cimas profesionales o humanas. Dragó se olvida de ese club que llaman “de los elegidos”. Puestos a creer en el destino también habrá que creer en el bueno.
Pero toda la gente que conozco que ha “triunfado” en sus profesiones han sido siempre grandes trabajadores, y se han dejado la piel haciendo lo que hacían, muchas veces a costa de su vida personal.
Pienso humildemente que el destino nos lo hacemos nosotros, pero que hay caminos, indudablemente, y que cogiendo un camino vamos a un sitio, y cogiendo otro vamos a otro. La sabiduría está en coger el buen camino, los buenos caminos, porque hay muchos, perseverar en ellos y alcanzar la felicidad.


(Artículo publicado en "El Norte de Castilla" el 24 de junio de 2009)

No hay comentarios:

Publicar un comentario