sábado, 10 de octubre de 2009

Premio

¿Antes de darte un premio te deberían preguntar si lo quieres? No se habla mucho del saber premiar, y para esto también hay que tener talento. Hace un año le pregunté a Juan Goytisolo por el premio Cervantes, pues sonaba desde hace tiempo como favorito, y me dijo algo muy claro: "No son los premios los que premian a los escritores, son los escritores los que premian a los premios." Esto vale para cualquier premio, no sólo literario.
Goytisolo ganó aquel año el premio Cervantes.
Los premios tienen sentido cuando son merecidos y cuando estimulan, impulsan, abren caminos. Hay gente que no debería ganar premios, porque deberían estar más allá de ellos. Y hay gente que los persigue y ambiciona, moviendo todos sus hilos por conseguirlos. Hace poco me dijo Sánchez Dragó: "Las cosas hay que hacerlas por sí mismas, no por los elogios que te puedan proporcionar." Creo que tenía mucha razón, aunque somos humanos y los elogios nos animan.
Ganar un premio cuando uno necesita darse a conocer en su duro camino, me parece maravilloso. Ganarlo después de un duro camino, lleno de esfuerzo y cientos de pequeñas metas y sinsabores, también. Premiar lo obvio me parece mal, premiar de cara a la galería me parece mal, premiar lo que está de moda me parece mal, premiar en clave periodística -en el peor sentido-, inmediata y efímera, me parece mal. Premiar de forma absurda, poniendo una losa encima del premiado también me parece mal.
Hay que saber ganar premios. Hay que saber renunciar a ellos. Hay que saber premiar. Y como le oí una vez a Pedro J. Ramírez: "Dime a quién premias y te diré cómo eres."


E.M.R.

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