sábado, 14 de noviembre de 2009

Ágatha Ruiz de la Prada y Umbral

Hace un par de años, cuando estaba trabajando en Pedro J. Tinta en las venas, el mismo Pedro J. me invitó a pasar unos días en su casa de Mallorca. Lo pasé maravillosamente, y puedo decir que nunca he trabajado tanto como aquellos días, desde que me levantaba hasta que me acostaba, cuando tomaba notas de todo lo que iba viendo. A Pedro J. se le ocurrió que podía entrevistar a Ágatha Ruiz de la Prada con un destino que al final no se concretó. Me da mucha pena tener esta entrevista en el cajón; así que la publico ahora. Ésta es la primera parte.
Tan sólo unas semanas después de que realizara esta entrevista, Francisco Umbral, Paco, murió en el Hospital de Montepríncipe, donde vivo. Mi relación con él fue muy compleja, y no todo fue bueno en ella, pero ahora pienso que sus contradicciones no están muy lejos de las del resto de los hombres, sólo que en él destacaban más, y a veces herían más. Publico esta entrevista como un homenaje póstumo a una de las personas que más me han enseñado en mi vida. Y recuerdo aquellos días de Mallorca, donde tanto Pedro J. como Ágatha me trataron con tanto cariño y respeto por lo que estaba haciendo.




ÁGATHA RUIZ DE LA PRADA:

“Ser amiga de Umbral es como ser amiga de Picasso”





La casa de Mallorca de Ágatha Ruiz de la Prada y Pedro J. Ramírez, es un lugar perfecto para conversar con la diseñadora sobre Umbral. Entre pinos, con el mar muy cerca, Ágatha habla de su relación con Umbral durante más de 25 años, de los comienzos durante la “Movida”, de lo que les une y de todo lo que han vivido juntos.
Ágatha, desde niña, tuvo acceso a personas muy importantes, de todos los ámbitos. Vivía al lado de los Garrigues, y su familia montaba cenas con ellos. Conoció a Carrillo cuando todavía vivía en la clandestinidad, y el príncipe Juan Carlos, muy joven, vivió seis meses en casa de sus abuelos en Barcelona. Más tarde esto se acentuó: “Vivir con un periodista tiene lo bueno de que conoces a la gente que está haciendo cosas: escritores, artistas, políticos, deportistas…” Aznar, Chillida, Induráin, Carlos Saura, Arzac y un infinito etcétera.
-Pero siempre he creído –me dijo Ágatha- que la persona más brillante que he conocido en mi vida es Francisco Umbral.
Ágatha habla muy orgullosa de esta amistad: “Yo soy una de las mujeres de Umbral”, refiriéndose a esa galería femenina que ha construido el escritor con el tiempo.


-Tu historia con Umbral es una historia de admiración.
-Cuando yo empecé en los años 80 él era el tío con más morbo, el mejor escritor… y cuando te sacaba en sus negritas era una cosa maravillosa. Yo siempre he sentido entusiasmo por Umbral, pero ya en casa de mis abuelos, cuando yo era pequeña, estaban todos los libros de Umbral. Recuerdo El Giocondo, por ejemplo.
-A ti siempre te ha gustado la literatura.
-A mí me gustaba muchísimo la literatura, porque la mejor profesora que tuve en mi colegio era de literatura. A mí me encantaba leer, y Umbral era una cosa espectacular por aquella época. Me empezó a sacar en sus artículos poquito a poquito, y nos hicimos muy amigos. Yo creo que cuando admiras mucho a alguien, en seguida la otra persona se da cuenta y todo funciona muy bien. Umbral me sacaba mucho en El País, e hicimos muchísimas cosas juntos… Yo presenté un par de libros suyos, uno de ellos Fábula del falo. Incluso una vez me pidió que fuera como testigo a un juicio que le pusieron los herederos de Ramón y Cajal.
-Entre vosotros es importante la “Movida”.
-Claro, era toda la época de la “Movida”. Me acuerdo que hice una exposición de cuadros, de dibujitos, en la Galería Moriarti, la primera, que era una especie de librería, y Paco, que es muy protagonista, muy personaje, me hizo una entrevista en la inauguración, que tampoco era el día más apropiado, pero eso era parte de la “Movida”… Donde estaba Paco él era el centro de atención siempre, durante muchísimos años, y yo he estado horas y horas con él.
-Gracias a ti Umbral conoció a Pedro J. Ramírez.
-Se lo presenté a Pedro J. para que se viniera a Diario 16, lo hizo y fue una cosa fantástica. Y luego, cuando a Pedro J. le echaron de Diario 16, una de las primeras personas que se le unieron fue Umbral. Me acuerdo de pasear con él por la finca de mis padres, cuando estábamos pensando en el nombre del nuevo periódico, cuando salieron los nombres de El Mundo, El Universal… y yo quería que se llamara El Ojo. Antes de eso fue el padrino de mi hija Cósima, y el día de su bautizo le echó encima un poco de whisky, porque a veces también le hacía cabronadas.
-¿Le echó whisky en la cabeza?
-A él le gusta mucho que todo sea un happening. Umbral no podía ser una cosa normal; tenía que vestir de una forma especial, y él era siempre el centro. Pero en el fondo yo siempre he admirado a los grandes personajes, y entiendo que tiene que ser así.
-A ti te quiere mucho.
-Me quiere mucho, y se ha portado fenomenal conmigo, porque Paco parece que hace todas esas cosas, pero luego es muy cariñoso y muy amigo de sus amigos. Yo le quiero una barbaridad a Paco.
-¿Por qué le hicisteis padrino de Cósima?
-Porque era la persona cercana a mí que más admiraba. Es que yo encuentro que ser amiga de Umbral es como ser amiga de Picasso. Es uno de los españoles más brillantes que existen. Ha habido artículos de Umbral que he leído doce veces, y muchos los leo cuatro o cinco veces. Hay que leerlos de rodillas.
-“Como ser amiga de Picasso”, has dicho. Umbral es un amigo muy original, ¿verdad?
-Me acuerdo una vez que estaba Aranguren en su casa, y se bebieron juntos dos botellas de whisky. Esas cosas que hace Paco, que un día no bebe nada, sólo agua; y otro día se bebe una botella de whisky entera, y le sienta fatal. Cela era otro personaje fantástico, pero para mí Umbral era mucho más de mi época, porque es verdad que Umbral era la “Movida”, el gran cronista de la “Movida”.
-Tú eras protagonista de la “Movida”. ¿Cómo la reflejó Umbral?
-Seguías en El País todo lo que decía en esa época. La reflejó divinamente, se enteraba de todo. Yo he visto muchas veces, en algunos sitios, cómo él ha estado todo el rato haciéndose un poco el sordito, y luego lo escribe y resulta que ha oído la cosa más bajito que ha dicho nadie. Y te dices: “Dios mío, pero entonces… ¿ha estado disimulando, o qué ha hecho?” Es impresionante cómo él se entera de todo. En la época de la “Movida” Umbral fue una de las cosas más importantes que hubo. Yo también quiero muchísimo a Raúl del Pozo, pero es que a Umbral creo que le deberían dar el Nobel. Porque no tiene una buena organización; si no se lo darían, estoy convencidísima.

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