martes, 24 de noviembre de 2009

Buenos sentimientos

Hace dos semanas publiqué esta columna en "El Norte de Castilla". Es un artículo muy periodístico y muy del momento, pero yo creo que conserva su valor. Es una especie de crónica, un relato, en realidad es un "Relato vivido", que así se llama mi columna en "El Norte de Castilla". "Relatos vividos": vivir y contar, contar y vivir. Sentir. Un relato siempre es maravilloso, si uno lo ha vivido mucho más, si además puede contarlo... qué os voy a decir. Y si encima, después, sobre eso puede imaginar, proyectar, crear... entonces ya es el súmmum. Aunque el súmmum es cualquiera de las modalidades que acabo de decir, cada una diferente a la otra. Lo que hace falta es hacerlo bien. Espero que yo haya sabido contar aquí el magnífico día que pasé en Castilfrío, entre libros y amigos.


BUENOS SENTIMIENTOS


Trato de ordenar mis recuerdos y meter un día muy intenso en una columna. Lo viví ayer y probablemente lo que escriba se va a publicar a la semana siguiente. De miércoles a miércoles. Ayer pasé el día entero en Castilfrío, Soria, el pueblo en el que vive, refugiado, Fernando Sánchez Dragó, un hombre con el que he disfrutado mucho a través de sus programas de televisión, y con el que ahora voy desarrollando una buena amistad.
Gracias a los desvelos de Lola Sanz, de Planeta, un grupo grande de escritores y periodistas pudimos ver el pueblo de Sánchez Dragó, asistir a la presentación de Soseki, su último libro, en la iglesia del pueblo, y escuchar una muy bonita canción compuesta y cantada por Luis Eduardo Aute. Ayer ocurrieron muchas cosas y es difícil sintetizarlas, pero no hace falta contarlas todas. Mejor dar la impresión que me dejaron.
Ayer pasé todo el día con una buena amiga, mi coach Carmen Giménez-Cuenca, muy amiga también, y muy antigua, de Sánchez Dragó, y compartir con muchos colegas, algunos ya conocidos y amigos. Tuve la oportunidad también de vivir un poco la intimidad del escritor, en su casa de Castilfrío, conocer a su hija Ayanta, a su nieta Caterina, tan importante en Soseki, desayunar con amigos de Sánchez Dragó y perderme un poco en su biblioteca, perfectamente ordenada, gozosa.
Creo que Soseki, como ya han advertido muchos, es un libro importante en la obra de Sánchez Dragó, un verdadero ejercicio de contención. Fernando ha puesto brida a su palabra desbordante, y la ha hecho exacta, ha hecho un libro “para todos los lectores”, como dijo él, no adultos o niños, para todos. Un libro en el que mezcla la historia de un gato, y el amor que siente por él un matrimonio, Fernando y Naoko, con un buen cúmulo de sabiduría sencilla. En Soseki está toda la sabiduría del escritor, todo lo que ha arrastrado de sus viajes y lecturas, de su experiencia por la vida, una sabiduría que a veces sólo se insinúa, porque Fernando no quiere cargar y recargar el libro. Ha escrito una novela con toda la intensidad y ambición de un libro para adultos, pero persiguiendo la sencillez y el contacto directo que requiere un libro para niños.
Y sí, efectivamente, es un testimonio del amor de un hombre, de un grupo de hombres –la familia de Fernando-, por los animales, en este caso un gato, varios gatos. Ayer nos hablaba nuestro famoso escritor con la voz entrecortada, impedido por la emoción. Daba golpes en la mesa cada vez que recordaba a Soseki, su querido gato, y se le quebraba la voz. Esos momentos incómodos del orador en que lo pasa mal, muy mal, pero que dan a sus palabras una gran autenticidad.
Hizo planteamientos interesantes, como que es muy conocida la idea de que sólo se pueden escribir buenos libros con malos sentimientos, pero que él no estaba de acuerdo –en esto me tiene a su lado-, que la mejor literatura se había hecho con buenos sentimientos, y que no hace falta ser perverso para ser un gran escritor. Citó a Cervantes y a otros. “Éste es un libro de buenos sentimientos, y por eso lo presentamos en una iglesia.”
Hay que conocer a Fernando para darse cuenta de cómo pueden distorsionarlo los grandes medios que propagan sus palabras. Fernando es un hombre muy cercano, muy cariñoso, muy atento a las personas que le rodean. Su fama, su influencia mediática, el interés nacional que despiertan sus libros, su edad, le han hecho más sabio. No lo han estropeado.

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