domingo, 29 de noviembre de 2009

La novia

Recupero esta columna publicada en El Norte de Castilla hace meses, porque me sigue gustando mucho.


LA NOVIA



Cuando termino de dar mis clases, me quedo un rato en la terraza de la Universidad a escribir un poco en este cuaderno. Fumo mi pipa y pienso en los alumnos, en lo que he dejado atrás y en lo que me espera después. Entonces, mientras tomo notas e imagino algo sobre mi próxima novela, aparece ella con su Mini rojo y me da unos pitidos desde el coche. Su Mini es precioso, brillante, nuevo y siempre lo lleva perfectamente limpio. Se asoma por la ventanilla y me sonríe, un poco pícara.
Mi novia, y no quiero dar envidia a nadie, es muy guapa. Es rubia y tiene los ojos verdes, la piel bastante pálida, y muy delgada. Sí, es delgada, tirando a alta y tiene andares de princesa. Siempre va vestida como si fuera a desfilar. Habla dulce pero tiene carácter, de vez en cuando me grita, o hace que se enfada, que es lo que suelen hacer las mujeres cuando quieren que les prestemos más atención, o las queramos más.
Mi niña es abogada en una consultora madrileña, internacional, y gana mucho más dinero que yo; pero qué digo, muchísimo más. Pero le gusta mucho tener un novio escritor y profesor, “joven y guapo”, como dice ella, “inteligente e interesante”, como dicen sus amigas. Si esto fuera verdad, no creáis que es mucha suerte; por estas cualidades me han dejado un montón de mujeres. Las dosis hay que saber manejarlas bien, y yo no sé hacerlo, al menos todavía. No se puede ser siempre un volcán, y yo lo soy. Pero a ella le da igual, disfruta conmigo, y cuando se cansa, simplemente, me sube en su Mini y me aparca en casa.
Mi novia no me deja en paz, es muy celosa. Me llama constantemente al móvil, o me escribe mensajes, y se entera siempre de a qué alumnas les he puesto notable o sobresaliente. Una vez le conté que Fernando Sánchez Dragó, cuando daba clases en Japón, ponía sobresaliente a todas las guapas, y se cree que yo hago lo mismo. No se fía de ninguna. Cuando viene a recogerme en su mini, cierro la puerta, me da un besito, “para no escandalizar”…. y me lleva a un bar de Segovia, a hablar durante toda la tarde. Cuando el trabajo se lo permite. Pero ella se las arregla para que se lo permita, porque es bastante jefa. Algunos días nos vamos a cenar por la ciudad, y disfrutamos mucho de la noche segoviana, que sin duda es mágica e inspiradora.
Sabe mucho de literatura, de filosofía, de arte, de humanidades, porque lee mucho y hace cursos de vez en cuando. Pero ya no los hace, dice, porque conmigo tiene bastante. Debe de pensar que soy un plomo. Yo le digo que hablar con un escritor es como leer, y que teniendo un novio escritor ya no necesita leer una sola línea. Supongo que cuando se harte de mí, me dejará y se pondrá a leer y hacer cursos otra vez.
A mí me gusta bailar solos, a un lado de la carretera, las manos en sus caderas, al son de una lenta canción de Kiss FM. Pero a ella le gusta más la música clásica, y a veces tengo que aguantar sus cariños al son de Carmina Burana o La Pastoral de Beethoven. Beethoven le encanta, y a mí también, pero para el amor es muy cansado.
Si mi novia no existiera, yo la inventaría. No siempre me porto bien con ella, pero la necesito como los peces necesitan el agua para vivir. Esta columna es para ella.





Eduardo Martínez-Rico

4 comentarios:

  1. No tengo palabras para describir cómo me siento después de leer estas palabras...solo una pequeña duda ronda mi cabeza, tu novia del mini es fruto d tu imaginación,verdad?? aaaayy el amor..

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  2. Siempre me preguntan las mismas cosas, pero no sólo a mí, nos las preguntan a todos. ¿Qué más da que esta chica sea "una" novia o la suma de "varias" novias, una o muchas mujeres en una? Conozco varias mujeres que podrían ser la chica de "La novia", pero está claro que sólo puede ser una, y sólo ella sabe quién es. Cuando "El Norte de Castilla" publicó esta columna hubo un pequeño revuelo entre la gente que conozco, preguntándose si esta chica era real o no. Y yo decidí no contestar, o decir lo que me parecía en cada momento, porque me he dado cuenta de cuando le dices la "verdad" a alguien sobre algo que has escrito, ese alguien pierde inmediatamente el interés. La literatura es magia, y esta columna es literatura: hay que tomarla como magia. Desde luego puedo decir que no es la primera vez que he vivido historias parecidas a las que aparecen en este artículo. Y con coches más interesantes que un Mini.
    La literatura no tiene truco, es auténtica en sí misma. Ficción o no ficción. Tomémosla como es. La maquinaria mental más compleja que ha creado el ser humano.

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  3. Cierto es que la literatura es magia pero a medida que iba leyendo tu columna la magia se iba perdiendo. Está claro que no es más que mi humilde opinión pero algunas expresiones llegan a rozar lo "exagerado y pedante".
    Ahí llevas razón, lo mismo da si es real o no aunque a veces tener los pies en la tierra tampoco está de más.

    Por último no creo que por decir la verdad sobre algo que se ha escrito esa persona pierda sistemáticamente el interés. Lo perderá si el texto escrito no es merecedor de ese interés.

    Pd: comparte con tus lectores alguna de esas otras historias que has vivido con ese toque mágico que solo tu sabes.

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  4. Soy novato en esto y no estoy acostumbrado a hablar con un lector, o internauta, que se esconde tras una máscara. Pero me gusta el juego, y sigo con él.
    Gracias por lo de magia, y acepto tu opinión. A mí me gusta mucho esta columna, y la tengo pegada en la puerta de mi dormitorio. Por ahora.
    Me acuerdo que a Lorca, a Neruda, perdonadme la pretensión, le preguntaban por el significado de algunos versos, y no lo explicaban, no sabían explicarlo. Para eso escribimos poesía, para decir lo que no se puede decir. Esta columna no es poesía, pero tampoco es un artículo normal, es una historia, un relato vivido, pero los escritores, cuando escribimos, vivimos muchos momentos al mismo tiempo. La creatividad es un minipimer.
    Procuraré contar algunas de esas historias que me pides, con mucho gusto. Pero a ver qué cuento. Una de las razones por las que escribimos literatura es por no faltar a terceras personas.
    Yo he convertido textos de no ficción en ficción sólo por respeto a las personas, o "la" persona que los protagonizaban.
    Gracias por estar al otro lado.

    P.D: Es la primera vez que me llaman pedante. Palabra.

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