martes, 15 de septiembre de 2009

El Valor de la Palabra

Necesitamos las palabras. Las necesitamos para vivir, para trabajar, para relacionarnos. La palabra tiene distintos niveles y distintos usos según para qué la necesitemos, pero su buen uso, la sabiduría con que la empleemos, nos puede abrir muchas puertas que pensábamos que siempre iban a estar cerradas.
Los políticos nos seducen con la palabra, y cada vez peor, por cierto, en España. Las mejores ideas se exponen con las mejores palabras. Un buen escritor tiene mucho perdido si no es un buen conferenciante. Un buen directivo precisa como el agua tener un dominio aceptable de la palabra para transmitir sus logros y proyectos.
Son pocos los grandes líderes que no hayan sido grandes oradores: Churchill, Gandhi, Kennedy… Como si el corazón y las ideas latieran al unísono del dominio de la palabra. No se puede arrastrar a la gente a los mejores objetivos, si no los convencemos con la palabra.
Vivimos una época que ha descuidado las Humanidades; las ha dejado abandonadas en el desván. Una buena cultura, unas inquietudes dinámicas, la práctica persistente en la palabra y el dominio en el propio campo profesional, es suficiente para convertirse en un muy buen orador.
Esto no se consigue de la noche a la mañana, pero en un curso, una asignatura de Máster, se pueden conseguir grandes avances, un cambio de actitud.
La palabra tiene valor, resiste el tiempo, es mucho más perenne que nosotros los hombres. Las mejores palabras de los mejores hombres se han conservado en todo tipo de soportes. Creo que es una inconsciencia de nuestra sociedad el haber descuidado, ya desde primaria, este tesoro del hombre. Hay que saber, pero sobre todo hay que ponerse y practicar.
El mejor ejemplo del valor de la palabra es muy reciente: Barack Obama, el nuevo presidente de los Estados Unidos de América. Obama tiene una gran formación, es carismático, posee otras virtudes, pero es un consumado orador. Una vez pasada la campaña electoral ya nos hemos olvidado de esto, pero sus discursos consiguieron encender a su nación.
La Retórica tiene mala prensa porque la han malversado, pero es un instrumento ideal para ser mejor profesional, para llegar mejor al otro. Yo propongo una retórica moderna y flexible, adaptada a todos los terrenos. En la vida utilizamos las palabras constantemente, y cada vez más. ¿Cuándo hemos escrito más sino ahora, con tanto e-mail y SMS? Y sin embargo, muchos lo hacen mal. No saben que cuando escriben un mensaje su rostro son las palabras que lee el destinatario. No es cuestión de saber escribir, es cuestión de saber presentarse, de presentar lo que somos y lo que queremos ser.
Hablamos constantemente por teléfono, no paramos de realizar entrevistas de trabajo, revisamos nuestro e-mail día y noche. Yo quiero enseñar a hacer todo esto, a utilizar la palabra en la vida cotidiana, lo mejor posible. Que la palabra no sea un obstáculo, sino el perfecto aliado. Y que nos lleve a las mejores metas, a nosotros y a los que dependen de nosotros.


Eduardo Martínez-Rico

(Artículo publicado en la revista "Ideas", editada por el Instituto de Empresa, en su número 106, verano de 2009.)

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