jueves, 17 de septiembre de 2009

Escándalo en palacio II

(Hace unos días publiqué una entrada en el blog sobre "Escándalo en palacio", la comedia que acaba de estrenar Pedro Ruiz en Madrid. Ayer publiqué otro artículo sobre la obra en "El Norte de Castilla". Ahora reproduzco este último artículo en mi blog.)


A los artistas hay que escucharlos después de realizar la obra. Es entonces cuando, en pocas palabras, dan algunas claves importantes. El miércoles pasado asistí a la primera función, ensayo con público, de "Escándalo en palacio", la alta comedia que estrena hoy Pedro Ruiz en el teatro Reina Victoria, en Madrid. Pedro dijo ante algunas personas, al terminar la obra: “No quiero que el público se ría más, para no perder el fondo.”
El fondo es todo lo que contiene la obra, la historia, las ideas diseminadas aquí y allá en la comedia, la intención, el poder de reflexión que quiere tener "Escándalo en palacio" en el público, que no para de reír, sólo para escuchar los diálogos.
El presidente de un país imaginario, Bernard Mathieu, tiene que dimitir por un escándalo sexual. La obra empieza en un palacio, donde se desarrollará entera, con el presidente y su mujer, la primera dama, disponiéndose a ver el “vídeo de la infamia”. Hace tres o cuatro años les grabaron en un lavabo realizando prácticas sexuales. La comedia dura hora y media, y en esa hora y media asistimos a los diálogos de la pareja, toda una muestra del poder entre bastidores.
Pedro es amigo mío y he tenido la suerte de ver cómo nacía "Escándalo en palacio". Hemos jugado al tenis muchas veces, y un día apareció con esta comedia escrita. Pudimos hojearla en casa. He visto, a distancia, cómo la ha preparado, cómo ha elegido a Lidia San José, espléndida y llena de carácter en su papel, cómo ha levantado la obra de la nada, y cómo asume todos los riesgos que implica el teatro, que implica cualquier empresa.
Al día siguiente de verla le mandé un mensaje que solamente decía esto: “Tu obra me pareció magistral. Eduardo.” Se lo he dicho en privado y ahora se lo digo públicamente. ¿Y por qué digo esto? Porque algunas obras, de algunas personas, y más llegado a un momento de la vida, tienen la factura de un maestro, el maestro que está detrás de ellas. "Escándalo en palacio" tiene todos los elementos armonizados, todo funciona y todo funciona bien, y el público pasa una hora y media deliciosa disfrutando con los problemas de otros, con los problemas, además, de los poderosos.
También me dijo Pedro después de la función: “Esto parece de ahora, pero viene de muy atrás en mi vida.” "Escándalo en palacio" puede verse a muchos niveles, como las buenas comedias, como instrumento de diversión, grande, y ya es bastante, y como motivo para la reflexión. Pedro Ruiz y Lidia San José pronuncian frases de mucho calado, y se hacen muchas insinuaciones, sobre el poder y la vida, que no hacen referencia a nadie en particular sino a todo el sistema político y social, a la vida en la que estamos todos metidos.
Es una metáfora sobre la corrupción, sobre la hipocresía política y social, sobre todo lo que queremos ocultar y continuamente sale a la luz, porque tarde o temprano todo se acaba sabiendo.
Le deseo la mejor de las suertes a la obra de Pedro Ruiz, y sé que la va a tener, porque es inteligente y al mismo tiempo comercial, porque tiene calidad y está cuidada en sus más mínimos detalles.
Al final de la obra también pude saludar a Lidia San José, muy educada y cercana. Me dio la impresión de que su personalidad no se parece mucho a la de la mujer que encarna. Lidia me pareció una persona muy dulce, y no la devora-hombres que es Paola D´Angio, también encantadora, a su manera, y peligrosa.


Eduardo Martínez-Rico

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