martes, 1 de septiembre de 2009

Osadía y prudencia

A la hora de hacer y de hablar hay que ser osados y prudentes, hay que combinar las dos actitudes, pero debemos ser nosotros los que elijamos cuándo ser osados y cuándo ser prudentes. Esto supone meditar y tomar una decisión, elegir. Hay veces que no nos podemos permitir el lujo de ser osados, porque perjudicamos a terceros, por ejemplo. La osadía nos lleva a hacer lo que nunca pensábamos que podríamos hacer, pero la prudencia también. La osadía se asocia a los conquistadores, un poco ciega e inconsciente, pero rinde muchos frutos. La prudencia se asocia a los sabios, y está llena de luz. Las dos son virtudes, pero en cierto grado pueden ser defectos. La osadía puede llevar al desastre, al choque mortal, o muy grave. Un exceso de prudencia puede paralizar, puede llevar a la pasividad, a la contemplación eterna. El hombre está hecho para pensar, reflexionar, hablar y actuar, y dentro de esto, y de pocas variantes, entra todo. La prudencia puede llevar a la osadía y la osadía a la prudencia. Lo mejor es combinarlas. Yo he aprendido prudencia después de muchas osadías, y ahora que tengo algo de prudencia no quiero renunciar a la osadía. ¿Una osadía prudente?

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