lunes, 11 de enero de 2010

Cómo se escribe un libro

Me escribe desde Roma un antiguo compañero de carrera. Me dice que está preparando dos novelas, pero que supone que tardará mucho en escribirlas. Yo le deseo “ánimo y suerte” y me responde que esperaba algún consejo por mi parte.
No doy consejos sino al que me los pide, porque no me gusta ir de maestro literario de nadie; la literatura es el reino de la susceptibilidad y a nadie le gusta que le echen la lección, si no la ha pedido antes. Una vez, también en la Universidad, un compañero me pidió que le enseñara a escribir, y casi me dio un susto. Pero este amigo de Roma quería que le dijera algo, y se lo dije.
Según mi experiencia, un libro sólo se escribe si es una prioridad para uno mismo. Es decir, si estamos rodeados de cosas que son más importantes para nosotros que nuestro libro, nunca lo escribiremos. Un libro es una amante celosa y absorbente, y sólo acabaremos el libro si le dedicamos todos nuestros pensamientos. Cuando digo esto me refiero a que hay que convertirlo en una obsesión, y que nos acompañe a todas partes, porque las ideas surgen no sólo cuando estamos delante del ordenador.
Para mí es muy importante avanzar en mi libro todos los días, escribir algo, aunque sea poco, porque así siento que está en marcha, que va creciendo. Si abandonamos el trabajo unos días, unas semanas, un mes… es posible que nunca volvamos sobre él. Un libro abandonado es muy difícil de recuperar. Nos meteremos en otro, pero ése lo dejaremos de lado, porque está, en cierto modo, muerto, sin sangre, y es muy difícil volver a dar vida a un organismo muerto. Los libros tienen vida propia, pero esa vida se insufla cuando se ha cerrado el círculo.
Yo recomiendo no perderse demasiado en la fase de documentación, o preparación, porque lo que hay que hacer es escribir el libro. Aunque hay que optar por un término medio: si no tenemos nada que decir, a no ser que tengamos un estilo deslumbrante, no interesará nada de lo que escribamos. Un libro hay que cogerlo por los cuernos y lanzarse a escribir, palabra a palabra, frase a frase, página a página, y si todo va bien veremos cómo avanzamos y los números del ordenador que marcan la extensión de nuestro libro irán creciendo.
Es muy útil hacerse un plan, un índice provisional, sobre lo que queremos escribir y contar, e ir llenando los títulos del índice con lo que vamos diciendo. Si necesitamos crear un capítulo nuevo, lo creamos; si hay que eliminar alguno, lo eliminamos.
Una vez que tengamos el libro terminado, que en realidad es un borrador, hay que revisarlo, varias veces. Pulir el estilo y muchas otras cosas. Conviene que lo lea alguien de nuestra confianza que sepa de esto, si es un buen escritor amigo nuestro –y que no quiera nuestro mal-, mejor.
Escribir un libro es una prueba de esfuerzo, una carrera de fondo, sí, y después de ella viene otra, muy fuerte: publicarlo. Una vez que está en las librerías, uno se lamenta porque se ha distribuido mal, o porque se vende mejor o peor, o porque ha sido mal comprendido, o porque los medios de comunicación no se hacen eco de él. Pero eso es quejarse de vicio. Un libro da muchas satisfacciones, y compararlo con un hijo es tópico pero verdadero. Hay que luchar por ellos sin descanso y tienen su propia vida, más allá de nosotros, sus autores, que ya estamos trabajando en otros libros o que nos hemos muerto.




Eduardo Martínez-Rico


(Publicado en "El Norte de Castilla".)

1 comentario:

  1. Hola, Eduardo, saludos y felicitaciones por esta entrada tan buena. Yo he escrito un libro, un tanto inclasificable, pero a fin de cuentas un libro. Me han parecido muy sabias las recomendaciones que has hecho, aunque yo, normalmente encuentro positivo dejar de escribir un tiempo para recuperar la óptica. Como bien dices, uno tiene que estar un poco obsesionado, y a veces se está tan metido que no se puede valorar el material desde fuera, como lo haría quién no lo ha leído nunca.

    Mi consejo para quién pretenda escribir es contar primeramente con una buena historia, pero no una buena historia normal, sino una muy buena historia. También tener perfecta conciencia de saber escribir muy bien. Un gran impulso creativo y una perspicaz imaginación e inteligencia nos tendrían que llevar a adquirir ambas cosas.

    Saludos
    Rafa

    ResponderEliminar