miércoles, 27 de enero de 2010

Entrevista con el Dr. Jerónimo Sáiz, psiquiatra

Jerónimo Sáiz

Psiquiatra y catedrático de Universidad


“Tenemos tasas de curación comparables a cualquier especialidad”



La corbata llamativa, la barba perfilada y el cabello, entrecano, de raya perfecta. El Dr. Jerónimo Sáiz es catedrático de Psiquiatría de la Universidad de Alcalá de Henares, y jefe del servicio de Psiquiatría del Hospital Ramón y Cajal.
Está considerado el máximo especialista en España del trastorno bipolar, la “enfermedad de las emociones”. Autor de numerosos libros y artículos, heredero de médicos clásicos como López Ibor, el Dr. Sáiz también es un gran experto en otras cuestiones, como la ludopatía, la ansiedad y el pánico.
Afirma que la psiquiatría “tiene tasas de posibilidades de tratamiento y de curación en todo comparables a las de cualquier otra especialidad médica”.


-¿Por qué las enfermedades mentales tienen tan mala prensa?
-Es verdad. Uno de los problemas con los que nos tenemos que enfrentar los psiquiatras, los enfermos y sus familias, es el estigma de la enfermedad mental: el prejuicio social. Explicarlo no es fácil, pero probablemente la locura encierra uno de los temores básicos de la existencia humana: la desaparición.
-Hay muchos tipos de desaparición.
-Se puede desaparecer a través de la muerte, la desaparición física, pero si uno pierde la razón también desaparece. Y esto genera angustia y rechazo. Uno parece que se aleja del problema si no lo toca, si no lo ve, si no lo admite. Por otra parte, hay una serie de mitos rodeando a la enfermedad mental, como son que el enfermo mental es incurable, que es impredecible, que es peligroso…
-¿Por qué aparecen estos mitos?
-Son arquetipos que están en nuestra cultura, se adquieren por la educación y luego son muy difíciles de modificar. Son actitudes internas, y se expresan muchas veces aunque la razón diga lo contrario.
-Puede poner un ejemplo.
-Sí, por ejemplo entre los psiquiatras, que han estudiado cómo es la enfermedad mental y tienen conocimiento objetivo. Si tú les preguntas te dirán que la enfermedad mental es muy parecida a cualquier otra enfermedad, en cuanto a pronóstico, tratamiento, etc. Pero sin embargo si se enfrentan de una manera directa a ella; por ejemplo, si un hijo o una hija suya tiene un novio o novia que padece una enfermedad mental, entonces su conducta no va a ser tan racional.
-Eso es muy serio.
-Es algo parecido a lo que puede ocurrir con el racismo, y de ahí viene la discriminación, la exclusión, el rechazo de la sociedad. También el tratamiento que los medios de comunicación hacen muchas veces del enfermo mental y la enfermedad mental ayuda poco. Nosotros nos sentimos muy insatisfechos con eso.
-¿Por qué?
-Cuando sucede una desgracia: un enfermo mal tratado o que no ha sido detectado, comete un delito, con características muy llamativas, muchas veces sin historia y sin lógica: una persona mata a tres desconocidos… Eso genera unos titulares en los periódicos tremendos, y hace mucho daño a otros enfermos y no justifica la realidad de que los enfermos mentales en términos generales tengan ese peligro. Hay una batalla en la psiquiatría por mejorar esa percepción del enfermo mental.
-Uno de los mitos es que es incurable, pero usted ha curado a muchos. ¿Qué se siente al curar a uno?
-Mucha satisfacción, sobre todo en algunas enfermedades que tienen su comienzo en la adolescencia o primera juventud. Si la enfermedad no ha sido bien tratada, o ha tenido una evolución negativa, estas personas quedan muy fuera de juego: hablo de que no hayan podido terminar sus estudios, o encontrar un trabajo como es debido.
-¿Qué ocurre cuando uno de sus pacientes se cura?
-Cuando esto se controla, cuando las personas mejoran, vemos cómo recuperan todo ese tiempo perdido, y se instalan en una vida en la que hay muchos más elementos de satisfacción para ellos y para los demás. Pero también da satisfacción curar otras enfermedades, muy invalidantes.
-¿Por qué se especializó en psiquiatría?
-Es difícil muchas veces el saber por qué. Yo soy de una familia de médicos: mi padre y mi abuelo eran médicos. Con especialidades muy diferentes: mi abuelo era ginecólogo y mi padre era odontólogo, dentista. Tanto una cosa como otra tuve claro desde el principio que no iba a hacerlas. Y otro aspecto que me influyó bastante es que yo soy bastante torpe en las actividades manuales, pero he sido bueno para todo lo conceptual. Creo que desde muy pronto en la carrera, quizá desde segundo año, decidí que iba a ser psiquiatra.
-Muchas veces elegimos por eliminación.
-Sí, psiquiatría en aquella época, hace más de treinta años, era bastante diferente del resto de las especialidades médicas. Ahora afortunadamente se ha hecho más afín, y estamos en mejor situación. Pero realmente es muy distinta.
-Usted es especialista en el trastorno bipolar. ¿Cómo lo explicaría a un público amplio?
-El trastorno bipolar es una enfermedad en la que se produce una alteración de la regulación del estado de ánimo. Esta alteración provoca que aparezcan episodios tanto de un ánimo exaltado, eufórico, desinhibido, episodios que se llaman de manía, o de hipomanía, y eso se alterna, o se mezcla, con episodios de lo contrario, de un descenso del ánimo, es decir, de una depresión.
-¿Esta alternancia es continua?
-Sí, estas alternativas van sucediéndose a lo largo de la vida, configurando un trastorno que antes se llamaba psicosis maníaco depresiva, por la aparición de estos dos tipos de trastornos, y que ahora se llama trastorno bipolar, aludiendo a la bipolaridad positiva y negativa del ánimo en estos enfermos.
-Este trastorno se ha visto en muchas artistas, como Lord Byron o Rosalía de Castro, o políticos como Churchill…
-No está tan claro. Juan Antonio Vallejo Nájera, psiquiatra y artista desgraciadamente desaparecido, publicó un libro que era continuación de otro libro que había escrito su padre, "Locos egregios", y en él analizaba este tema. La conclusión suya, a la que me añado, es que la enfermedad no añade creatividad o un plus de mejor producción a los artistas, sino que el que tiene dotes las expresa.
-Pero algunos de ellos producían más en ciertas fases.
-A lo mejor la enfermedad en sus épocas de actividad eufórica podría aparentar que es más productiva, pero no está tan claro. Algunas de las personas que ha citado antes tenía más bien una forma menor del trastorno bipolar que se llama ciclotimia, y que no llega a ser una enfermedad, sino una forma de ser, una personalidad.
-¿Qué es la ciclotimia?
-Es como un trastorno bipolar atenuado. Son personas que por temperamento tienen tendencia a que su ánimo oscile, pero dentro de unas variaciones digamos normales. No tiene rango de enfermedad. Son personas que pueden tener un carácter festivo, con velocidad de pensamiento, con euforia dentro de un orden. Y al mismo tiempo puede coexistir en que se ven más desfondados, desilusionados, apáticos. Sería como la expresión menor de la enfermedad sin llegar a ser enfermedad.
-Sé que da conferencias con Raúl del Pozo sobre ludopatía. ¿Cómo son?
-Hemos coincidido una vez en una mesa redonda en la que teníamos dos intervenciones con enfoques diferentes: yo hablaba de la ludopatía como enfermedad, y Raúl como experiencia, como posibilidad dentro de la vida. Él ha escrito una novela excelente sobre la ludopatía, "Noche de tahúres", y además es un brillante orador. Resultó muy interesante.
-¿Cómo se conjugan esos dos puntos de vista?
-Yo creo que muchas de las cosas que Raúl contaba estaban dentro de la descripción de la enfermedad. El juego no sólo es una conducta que puede hacerse adictiva, sino que también, dentro de un uso moderado y normal, puede hacerse agradable para la mayoría de la gente y no supone mayor riesgo. Lo que pasa es que el juego de azar, con apuestas y en metálico tiene esa capacidad adictiva.
-Se dice mucho que nuestra sociedad está enferma…
-Es una concepción sociológica, más que médica. Nosotros valoramos un sector en un contexto social y familiar protector, con cohesión, que funciona en torno a una idea, autodirigido, con sentimientos de solidaridad, de pertenencia a un grupo y con una comunicación fluida…
-Y estamos perdiendo todo eso.
-En ese sentido sí que se puede decir que nuestra sociedad está enfermando. No hay más que ver a los adolescentes actuales.




Asociación de ideas


Inteligencia: Capacidad de adaptación

Napoleón: Epiléptico

Pedro J. Ramírez: Personaje

Terrorismo: Lacra

Hemingway: Autodestrucción

Julio César: Emperador

Sangre: Mareo

Don Quijote: Loco genial

Suicidio: Camino que no lleva a ningún lado

Premio Nobel: Icono cultural

Curación: Horizonte

Hitler: Locura

Diagnóstico: Etiqueta

Ciencia: Conocimiento

José Saramago: Gran escritor
Entrevista publicada en "Generación XXI".

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