miércoles, 20 de enero de 2010

El país del mañana

La educación está íntimamente relacionada con lo que somos, con lo que fuimos y con lo que queremos ser. La educación está íntimamente ligada a la política, está relacionada, hasta casi confundirse, en ocasiones, con la familia. Cualquier problema con nuestra educación, y creo que lo estamos viviendo ahora, arroja la siguiente pregunta: ¿qué país queremos tener dentro de diez, veinte, treinta años?
Llevo muy poco tiempo siendo profesor, pero en este tiempo he aprendido mucho: cuanto menos se sabe de algo más se aprende de ese algo. No puedo evitar comparar a los chicos de hoy con los que fuimos mis compañeros y yo, con los que fueron mis hermanos mayores y sus amigos o mi hermano pequeño y sus compañeros. No puedo evitar pensar, incluso, en mis propios padres, en cómo son y en qué educación tuvieron. Cuando se piensa en educación hay que pensar en generaciones.
Mi padre está escribiendo ahora unas memorias y recuerda con placer la buena educación que tuvo. Me acuerdo que Francisco Umbral me decía que la formación que le dieron en primaria fue magnífica. Sin embargo, ahora tenemos los mejores medios para enseñar y algo está fallando. El problema no está en los profesores, que los conozco y en general son buenos. Tampoco creo que esté en los alumnos, o no directamente. No es un problema de material humano, de neuronas o cociente intelectual. Es un problema de actitud, y un problema aún más profundo.
No puedo evitar ver y comparar. Los alumnos que he tenido han sido buenos e inteligentes. Creo que en eso no hemos perdido: la gente joven, en general, tiene valores y buena capacidad intelectual. Pero sí que observo en el panorama deficiencias que nosotros no teníamos, y menos mis hermanos mayores, y menos mis padres. A los alumnos de ahora les cuesta más esforzarse, y tienen un bagaje menor que nosotros.
Observo carencias grandes que antes no existían. Sospecho que nos hemos relajado. Sospecho que nos ha ido bien económicamente, que tenemos un alto nivel de vida, que somos un país desarrollado… y eso es magnífico. Lo hemos logrado con esfuerzo, lo lograron nuestros abuelos y nuestros padres, pero ahora me encuentro con unas nuevas generaciones que no están tan preparadas para afrontar el futuro. Nunca antes ha habido más facilidades para estudiar, y hay gente muy bien formada, pero ¿se ha producido una curva descendente en estos años?
Nos encontramos con un problema de raíz que afecta a nuestro ser más íntimo. Últimamente oigo hablar, mucho, de decadencia… ¿estamos en decadencia? Creo que no, todavía no, pero sí podemos encontrarnos al principio de ella. Podemos darle la vuelta a esto, la curva descendente se puede convertir en ascendente. Hemos localizado el problema; ahora lo que tenemos que hacer es actuar.


Artículo publicado en "El Norte de Castilla" el pasado lunes.

No hay comentarios:

Publicar un comentario