jueves, 2 de julio de 2009

Invitación

Ya tenemos el calor encima; hemos comenzado a disfrutar del ambiente que rodea el verano, y si no disfrutamos ya del agua de las piscinas, de los ríos o del mar, poco tiempo queda. Estos meses tienen su incomodidad, pero a casi todos nos gustan. Y el verano está teñido del espíritu de las vacaciones, ese tiempo mitad descanso y diversión, mitad aburrimiento y banalidad.
Me gustaría invitar desde aquí a todo el mundo a que haga de su verano, y de sus vacaciones en concreto, una pequeña obra maestra. Siempre recuerdo ese tedio del verano que en ocasiones me ataca, y de la ligereza insustancial de muchas de las conversaciones que salpican las vacaciones.
No todos somos filósofos, ni artistas ni pensadores, pero creo que todos podemos coger un poco de la sensibilidad que hace grandes a otros, para ensanchar nuestro espíritu, nuestra forma de mirar. Para ser más plenos y vivir la vida con más fuerza. Para hacer realidad esa frase tópica de sacarle todo el jugo a la vida.
“Todo” es difícil, pero se le puede sacar mucho. Por la parte que me toca, invito a mis lectores a leer un buen libro, no un libro cualquiera, ese libro que está leyendo todo el planeta. Eso también es interesante, pero hay que ir más allá, y un tiempo de vacaciones, con puro reposo, es un buen momento. Elegir una lectura que nos haga pensar, que no sea insoportable pero que nos forre por dentro, que nos haga mejores, una lectura que nunca olvidemos.
Invito a mis lectores a que hagan deporte, que es algo fabuloso, que paseen, que se bañen en la playa o en donde puedan. Que tomen el sol o la sombra. Que los jóvenes salgan de fiesta y se tomen copas, porque yo lo hice mucho, y todavía lo hago, algo, menos. Que lleven una vida descansada y frívola, pero que dediquen un tiempo a cultivarse y a cultivar el mundo consigo mismos. No sólo se trata de que lo exterior nos enriquezca, como ocurre con la literatura, el arte, los buenos paisajes, etc. También se trata de que nosotros enriquezcamos el mundo, con lo que mejor sabemos hacer, y con lo que nos gustaría hacer mejor.
Invito a mis lectores a que busquen y traten gente interesante, gente con una experiencia distinta y unas ideas distintas. Que piensen que han tenido todo el año para sufrir el lado malo del trabajo, para soportar o gozar –mucha gente la goza- de la rutina. Las vacaciones y el verano son una ocasión para hacer lo que no hacemos durante el año, o para hacerlo mejor, con más intensidad. Hasta el fondo.
Invito a mis lectores a que abran bien los ojos, a que no pierdan detalle de lo que tengan alrededor. Si pueden viajar a lugares hermosos, que valoren esa suerte y que la aprovechen al máximo. Si no pueden viajar que intenten extraer algo desconocido de lo que les rodea.
Que piensen. Esto parece una tontería, pero me da la sensación de que se nos anima poco a pensar, a preguntarnos, a trascender todo lo que nos rodea, a explotarnos mejor.
Yo no soy nadie para dar consejos a nadie, porque tengo muchos defectos y mi vida no es un modelo. Pero igual que puedo aprender de muchos otros, porque tengo mis carencias, pienso que otros pueden aprender de lo que yo estoy acostumbrado a hacer. Somos como somos, eso está ahí, pero también cuenta la voluntad y el esfuerzo. Lo que cada uno quiere hacer consigo mismo y con todo lo que le rodea.

(Artículo publicado en "El Norte de Castilla" el 1 de julio de 2009.)

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