jueves, 9 de julio de 2009

Otra actitud

Se te ha encogido el corazón, Ícaro, te lo tienes que desencoger. No puedes vivir con el corazón encogido, por la vida, por el trabajo, por una mujer. O por varias mujeres.
Ícaro, tienes que disfrutar de la vida, y eso no significa ser un irresponsable, significa deslizarte por lo que te ha tocado, que es mucho, y sacarle el jugo hasta el final.
Que no llega ahora lo que esperas, ya vendrá. Y si no viene, no merecería tanto la pena. Céntrate en lo que tienes que ya es bastante y sácalo adelante lo mejor que puedas. Eres muy joven, eres un pavo real con una buena cabeza y un buen corazón. Desempolva tus plumas, luce tu abanico y muévete por el mundo. Trabaja en casa, calladamente, y luego sal y lúcete, sin una palabra de más, sin un gesto de menos.
Tienes que abrir bien los oídos, colocar tu mirada en aquello que lo merezca y medir tus actos como si de ello dependiera tu vida. Comprende el error, discúlpalo en ti y en los otros, pero no te escudes en ello para cometerlo de nuevo.
Si existe el alma la debes tener bastante bien, porque no te has dedicado a hacerle faenas a nadie –siempre hay alguna excepción-. Luce tu alma junto a tus plumas, las plumas de tu juventud, tu cerebro y tu corazón. Todo irá llegando, porque todo llega para el que sabe esperar y trabaja para ello.
El camino no es lineal, Ícaro. La vida es asustadiza y coqueta y da rodeos. A veces nos hace sufrir, porque también ella es humana, pero tú vas por el buen sendero. No eres una persona normal, ni tu familia lo es, ni tus amigos lo son. Confía, pero no descanses un minuto. Mantén la cabeza alta, pero sin exagerar, normal, en su punto y contesta a todo con la verdad y la sinceridad, salvo cuando no se lo merezcan en absoluto, o salvo cuando tus palabras pongan a alguien en entredicho. Alguien al que quieras, que no merece que le hagas daño.
Crees en el paraíso entre otras cosas porque vives en un paraíso, pero hasta los paraísos tienen trampas y no todo es redondo como el sol. Esto es una carrera de obstáculos, pero mientras lo hacemos podemos disfrutar.
Ícaro, no temas nada, no tengas miedo de nada. El miedo, cuando no nos pone alerta, es un fantasma que nos cubre por dentro. Nos coge, nos atenaza, nos aprieta y se apodera de nuestra alma. Prueba a tocarlo, a sacarlo de ti, a mojarlo y tenderlo en la ventana. El miedo es un fantasma con fecha de caducidad, pero hay muchos fantasmas. Míralo bien y desármalo con la acción. No hay miedo para quien está en paz, para el que sabe que pisa en su territorio, para quien previamente ha dibujado una raya blanca en el suelo y la sigue firmemente, a veces soberbio a veces humilde.
Mírame, Ícaro, ten fuerza, ten fe, en lo que quieras, pero ten fe, que nadie ose quebrar tu andar elegante, tu sonrisa de hombre bueno, inteligente y bello, tan duramente conquistados.
Te digo esto para animarte, pero sabes que no miento. Podría sacarte todos tus defectos, y algún día lo haré, pero ha llegado el momento de que empieces a trabajar de otra manera, y que sin cambiar muestres al mundo otra actitud. Una más.

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