miércoles, 8 de julio de 2009

La guerra de las galaxias, cuento y mito III

Contadores de historias

Un contador de historias tiene que mirar tanto a los demás como a uno mismo. Tiene que saber qué le gusta y emociona a él, y hacer el cruce con lo que les gusta a los demás.
Yo miro los juguetes de mis sobrinos y escribo las historias. Utilizo mis conocimientos sobre literatura, pero sobre todo sobre el arte de contar historias, natural en mí y que he aprendido de mis maestros, y sobre todo, en el acto de contar historias, observando las reacciones de los que escuchan. Los niños te paran el relato, te preguntan, hay cosas que no comprenden… pero sus caras iluminadas por las historias, con los mil matices de ojos, caras tan… iluminadas, te generan un entusiasmo difícil de explicar. Esas reacciones tiran de ti, y tú tiras del relato y de los oyentes.
Además, te das cuenta de que los adultos son muy parecidos a los niños y tienen reacciones similares. Esto se observa cuando uno está contando algo en público, dando una conferencia o impartiendo una clase.
Star Wars –también Indiana- han creado una genealogía de cuentos, novelas y muchos otros productos, como muñecos y videojuegos. En todo está la literatura y el mito, el cuento. El juego. El cine tiene unas herramientas muy propias, pero, y aunque afectan a la sustancia, es un vehículo para contar historias. Esto es lo que dice Lucas, que en este sentido se compara con Homero: “Yo soy un contador de historias.”
La clave para él está en la historia, el relato, el cuento, y sacrificó toda la estructura, comercial, de Star Wars por bien de su historia: “Lo importante es la historia”, dijo cuando se puso a rodar el episodio I de la saga, y los ejecutivos de la productora le dijeron que a nadie le gustaría, porque lo más llamativo era cómo se convertía Anakin en Darth Vader, y eso es lo que había que contar. Pero él eligió irse al principio, a la infancia del personaje, para ser coherente con la historia.
Salvo en casos muy abstractos y cinematográficos, que también le importan a Lucas, en el cine lo que importa es la historia, la base. Lucas, antes que nada escribe una “historia”, unas cuantas hojas en un cuaderno, y así fue como, en 1973, escribió, al mismo tiempo, la saga de Star Wars y el perfil del personaje de Indiana Jones, que al principio se iba a llamar Dr. Indiana Smith. Fue Spielberg el que le pidió a Lucas que cambiaran el nombre y a Lucas se le ocurrió Jones, Dr. Henry Jones, Indiana Jones, que luego sería Dr. Henry Jones Jr., cuando nos enteráramos que Indy tenía un padre en La última cruzada. Estos juegos, apariciones, genealogías y descubrimientos, son muy normales en la literatura donde siempre se ha explotado los éxitos con continuaciones y antecedentes de las historias. El Cid, un ejemplo que yo conozco bien, tiene su Cantar de Mío Cid, sus Mocedades y luego muchas otras historias, y, además, está basado en un personaje histórico y legendario, mítico.


Historias de héroes

Porque todas éstas son historias de héroes. El héroe recibe una llamada, un encargo, o tiene lugar un importante encuentro. Se mete en mil aventuras para lograr algo, algo esencial para sí mismo o/y para su civilización o comunidad. Unos le ayudan y otros le hacen la vida imposible. El bueno a veces se hace malo, y el malo bueno, pero también hay matices para todos, cuando los hay… Éste es el esquema de Luke, héroe, con Han Solo, que le ayuda aunque a principio es tibio; y Leia, la princesa de todos los cuentos de hadas; los robos C3-PO y R2-D2, que son adyuvantes, esenciales para lograr los objetivos del héroe; y los villanos, Darth Vader, malo-bueno, bueno-malo, el Emperador, malo-malo, o Jaba, una figura maléfica pero también divertida y folklórica.
Hay mucho en juego, mucho más de lo que a veces parece, con lugar para la ironía y lo divertido; pensemos en Han Solo y los droides. El espectador, el oyente, el lector siente satisfacer su sed de historias, de siempre y de ahora. Siente que trasciende su vida, más allá del gris que le haya tocado vivir, introduciéndose en un mundo diferente, variado, lleno de criaturas asombrosas y con todo el brillo de las naves, el rayo láser, las espadas de luz y los grandes palacios o la Estrella de la Muerte. En esto Star Wars no se diferencia mucho a las grandes aventuras exóticas de la mejor literatura de aventuras, porque sin duda es un relato de aventuras.
La guerra de las galaxias apela a lo más noble y puro de nosotros, con sus contenidos sublimes, pero también nos regala con un espectáculo llamativo, aparente, con el estilo depurado, sencillo en la forma, profundo en el fondo, del mejor de los escritores. Un escritor, claro, que piensa en su público… pero también, mucho, en sí mismo.


Eduardo Martínez-Rico

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