domingo, 12 de julio de 2009

La esperanza

Era tarde, quizá las nueve de la noche, quizá más tarde, pero en la sierra de Guadarrama aún había luz. El sol había caído detrás de las montañas y un resplandor maravilloso recortaba sus vértices, con un ligero fulgor muy agradable de ver.
“Si yo fuera pintor”, me dije, “pintaría esta sierra con esta luz y titularía el cuadro La Esperanza.”
No soy pintor, pero soy escritor y se me ha ocurrido escribir una pequeña entrada en mi blog. La imagen es muy fácil. Las montañas simbolizan, aparte de su belleza, las dificultades de nuestra vida, cómo detrás de una viene otra, y otra, y así interminablemente. Pero detrás de las montañas hay una luz divina que nos dice que allí detrás hay algo que realmente merece la pena, y que merece la pena que sigamos caminando para alcanzarlo.
La esperanza siempre aparece en medio de las dificultades, de lo contrario no se llamaría esperanza. La esperanza implica algo malo, negativo, un problema, y una luz que aparece como signo de lo bueno, de lo positivo, de la solución, de la felicidad. En la sierra de Guadarrama aparece un crepúsculo que parece de otro mundo. Ese crepúsculo hoy, para mí, significa la esperanza, la Esperanza.
En los peores momentos siempre aparece esta luz, si la sabemos ver, en la forma de un amigo, un familiar, un proyecto profesional, un viaje, cualquier cosa. Una película o un libro. Una ayuda.
La esperanza es lo que todavía no es, pero puede ser, pero nos necesita a nosotros para ser. Es pura porque no está contaminada por la realidad. La esperanza se parece mucho a la ilusión, y despierta la ilusión. Gracias a la esperanza se han realizado algunas de las cosas más fabulosas de la creación.
Tengamos esperanza; con la esperanza la mitad del trabajo está hecho. Tras la esperanza viene la salvación, y con ella la felicidad.

Eduardo Martínez-Rico

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